viernes, 22 de febrero de 2013

HABLANDO CONMIGO [22]

HABLANDO CONMIGO [22]

No sé qué decir, me ha dolido éste nuevo golpe en el rostro…
A ratos no comprendo, si lo que digo o hago es tan fuerte, que muchas personas se ahuyentan, o soy yo,  una tonta creída de la vida, confiada en todos, que abre su corazón y una vez abierto, las heridas no cierran.

Sé que me has apartado de tu vida;  que sola formé un ovillo con todo lo hablado, mientras lo tuyo estaba en otro lado.

Has cerrado la única puerta que tenía abierta para fantasear, para convencerme de que aún puedo amar y soñar; de que las estrellas están en el cielo por alguna razón, y que las primaveras son eternas, sin importar que mi vida tenga todos los otoños y veranos, y que mis inviernos se ajusten a mis ojos, como el verdor a la montaña.

Me gusta sacar las espinas, siempre lo hago, y para eso el Señor me regaló ésta pared en blanco, en la cual siempre dejo un poco de mi vida.

Ésta me ha dolido mucho, pero no te culpo.
Soy la única responsable por estúpida; porque cuando las rosas pierden el color, nadie las desea, pero si te diré que aún guardo un poco de perfume en mi alma.

Tal vez te vuelva a ver, a través de éste invisible libro abierto, con cara de todos y finalmente de nadie, y alguna sonrisa logre, sin importar los cardos de la vida, y pueda donar de mi corazón una carcajada a quien se atraviese en mi camino, sin ver si estás llorando, pues ésta es la gracia que tiene lo virtual, de no poder adivinar nuestros rostros.
Amigo mío, no puedo decirte nada,  pasaste a ese plano del silencio donde no puedo develar lo que mi corazón me dicta, pero aquí estaré  pensando en ti, en esos momentos de carcajadas que no fueron negadas, y esos segundos de complacencia, creyendo que me amabas, pero todo estaba en mi loca cabeza.

Habrá un mañana donde tal vez nos veamos a la cara, y mi rostro se torne púrpura; o podamos soltar a la vez una carcajada, viendo que tu amanecer es tan bello como el mío, y que nuestros sueños, sin importar el sendero que han tomado, sean la certeza de que Dios nos ha regalado un poco de felicidad, no la falsa alegría de rellenos de siliconas que tanto te gusta exhibir, ni fantasías en la cama, sino esa felicidad de saberte bien, y de que alguien ha ocupado un lugar especial en nuestra existencia, dejando el regalo de la  paz, al sentirnos amados y correspondidos.

No puedo negarlo; ese mensaje subliminal sólo hizo efecto en mí: “TE QUIERO”, “TE QUIERO”, “TE QUIERO”… 

Dios te bendiga, te proteja y te diré “gracias”, porque fueron días y momentos maravillosos, pude olvidar que estaba triste, para reír contigo por cada segundo que la vida nos regaló, y permanecí con mi orquídea húmeda y hermosa, en un jarrón de cristal limpio y transparente.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 22/13 




No hay comentarios:

Publicar un comentario