HABLANDO
CONMIGO [22]
No
sé qué decir, me ha dolido éste nuevo golpe en el rostro…
A
ratos no comprendo, si lo que digo o hago es tan fuerte, que muchas personas se
ahuyentan, o soy yo, una tonta creída de
la vida, confiada en todos, que abre su corazón y una vez abierto, las heridas
no cierran.
Sé
que me has apartado de tu vida; que sola formé un ovillo con todo lo
hablado, mientras lo tuyo estaba en otro lado.
Has
cerrado la única puerta que tenía abierta para fantasear, para convencerme de
que aún puedo amar y soñar; de que las estrellas están en el cielo por alguna
razón, y que las primaveras son eternas, sin importar que mi vida tenga todos
los otoños y veranos, y que mis inviernos se ajusten a mis ojos, como el verdor
a la montaña.
Me
gusta sacar las espinas, siempre lo hago, y para eso el Señor me regaló ésta
pared en blanco, en la cual siempre dejo un poco de mi vida.
Ésta
me ha dolido mucho, pero no te culpo.
Soy
la única responsable por estúpida; porque cuando las rosas pierden el color,
nadie las desea, pero si te diré que aún guardo un poco de perfume en mi alma.
Tal
vez te vuelva a ver, a través de éste invisible libro abierto, con cara de todos
y finalmente de nadie, y alguna sonrisa logre, sin importar los cardos de la
vida, y pueda donar de mi corazón una carcajada a quien se atraviese en mi
camino, sin ver si estás llorando, pues ésta es la gracia que tiene lo virtual,
de no poder adivinar nuestros rostros.
Amigo
mío, no puedo decirte nada, pasaste a
ese plano del silencio donde no puedo develar lo que mi corazón me dicta, pero
aquí estaré pensando en ti, en esos
momentos de carcajadas que no fueron negadas, y esos segundos de complacencia,
creyendo que me amabas, pero todo estaba en mi loca cabeza.
Habrá
un mañana donde tal vez nos veamos a la cara, y mi rostro se torne púrpura; o
podamos soltar a la vez una carcajada, viendo que tu amanecer es tan bello como
el mío, y que nuestros sueños, sin importar el sendero que han tomado, sean la
certeza de que Dios nos ha regalado un poco de felicidad, no la falsa alegría
de rellenos de siliconas que tanto te gusta exhibir, ni fantasías en la cama,
sino esa felicidad de saberte bien, y de que alguien ha ocupado un lugar
especial en nuestra existencia, dejando el regalo de la paz, al sentirnos
amados y correspondidos.
No
puedo negarlo; ese mensaje subliminal sólo hizo efecto en mí: “TE QUIERO”, “TE
QUIERO”, “TE QUIERO”…
Dios
te bendiga, te proteja y te diré “gracias”, porque fueron días y momentos
maravillosos, pude olvidar que estaba triste, para reír contigo por cada
segundo que la vida nos regaló, y permanecí con mi orquídea húmeda y hermosa,
en un jarrón de cristal limpio y transparente.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 22/13
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