LOS
POBRES DEL CIELO [39]
¿Qué esperanza tenemos los pobres del cielo?
Antes, había pieles libres sobre las montañas o bosques
y podíamos descubrir sus olores,
limpiábamos el aposento de todos
y llenábamos nuestras panzas con sus hedores.
¿Sabían que también estamos muriendo?
Nadie se entera de que también en el cielo
los pobres morimos sin poder gritar,
sin exigir que dejen los muertos al menos
para e seguir el destino, de pájaros negros
con las alas abiertas mirando siempre abajo,
el cuello gacho y las ansias libres…
¡Tenemos hambre!, nos dieron una misión,
pero ya ni la carroña nos queda.
¿Alguien responderá a nuestros gritos?
¿Qué haremos ahora?...
¿A
dónde volar?
¿A
dónde buscar?
Si detallas mis ojos,
de
a poco se apagan de penuria.
Caminamos con las alas abiertas,
nos
dejamos llevar de la brisa,
un descanso sobre una gran roca,
más
ningún hedor nos llega.
La nostalgia oprime el corazón,
y
los ojos se queman al sol.
Abro mis alas a un día mejor…
¡Si al menos dejaran de sembrar los muertos!
¿Acaso ellos florecerán?
Pero un antojo raro, un pensamiento oscuro
vemos debajo de todo, y arriba en lo alto,
¿quién nos guardará?
En desbandada,
asustados
del mundo corrupto
vemos
un incierto destino de hambres curtidas,
más no son sus carnes, sino sus almas:
¿las podríamos devorar?
Un ángel de blancas alas
que
rondaba en forma de nube
pregunta:
¿Alguien ha pensado en los ángeles negros
que buscan desde el cielo alimento?
Dejad un poco de vuestras carroñas sobre las rocas,
al menos los vientres abiertos,
porque mis niños vestidos de negro
se mueren de a poco,
y
se van con el viento…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 20/13
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