¡FELIZ
NAVIDAD! [27]
Sin querer dañar aquél sentido mágico de las navidades, sólo que tengo un
espacio en blanco en mi pared y quiero llenarlo, me hago muchas preguntas sin
respuesta.
Por ejemplo: ¿Qué harán los padres que han abandonado a sus hijos, con las
primas y demás ganancias?, muchos chicos se quedaron sin la oportunidad de
estudiar, les tocó asumir el rol de padres desde muy temprano, y el dinero de
su amado padre, tan añorado, se ha quedado enredado en las tetas de silicona de
su amante, o entre las carnes que algún cirujano lanzó a la basura, en vez de
tirarla a los goleros, tal vez hubiese llenado alguna barriguita hambrienta.
Lanzar rocas es la costumbre, reírnos de los demás, dañar sus pequeñas
ilusiones, atiborrarnos de comida hasta el vómito… ¿es eso navidad?... preferiría
quedarme en casa, pero hay celebración viendo hipocresía aquí o allá, donde no
ajustamos en ningún sitio, y con descaro nos abrazamos deseando cosas de boca
para afuera, cuando dentro del corazón no hay nada, pues todo se queda en la
mirada. ¡Qué buena soy para ver a los ojos!, claro que en los míos también debe
haber algo más que lágrimas y más que sólo quejas.
Sólo me pregunto por Dandy, por ahí en el rincón del olvido, viendo cómo queman
el dinero que necesita para un traje nuevo, aunque sea una vez al año, o para
llenar su barriga, pues lo que gana de recoger cartón, sólo alcanza para la
marihuana que lo sostiene como un poeta más soñando con un día mejor.
Era
verdad lo que dije hace unos días, que el viejito de las naranjas se cansó de
su carreta de madera, de estar siempre con el pantalón viejo lleno de orín,
mientras su hijo vago esperaba las miserias que el anciano podía conseguir para
el sustento.
Anoche en mi pesebre, como todos éstos años, el burro siempre roncando y peando…
¡qué vainas!, no vi a María contenta, porque la celebración de las navidades no
son gastar dinero que no hay, para
mantener contentos a los demás, que sólo ven el empaque, más no el mensaje que
se pretende dar.
La vaquita pecosa, con los ojos bien abiertos viendo a la luna, como siempre,
esperando que las lenguas se pasen de vez en cuando, y las patas al menos se
crucen.
¡Qué
larga es la ausencia, y qué triste es la soledad, aunque parezcamos felices y
acompañados!
Les había contado que hoy me ganaré una gran lotería, que me voy a unas largas
vacaciones con mis hijos, un crucero, un viaje a pueblos de Boyacá y tal vez me
quede por allá, pero no hagan cola a pedir dinero prestado, ¡no señores!, aquí
no se regala nada a nadie, la lista está muy clara, blanco o negro, y a cada
quien se le entregará lo que merece, así son las vainas cuando son del alma.
Nos queda algo importante: 2013 fue el año escogido para muchas personas que
parecían importantes, que vinieron a vivir intensamente y a sufrir también sin
que lo pidieran, pero también es un año más de vida que se nos concedió, y por
el cual tenemos que agradecer al Mesías, que no nace hoy, él nació hace muchos
años, y lo asesinaron como lo hacemos a diario, como lo hacen los políticos en
éste país, y lo hace la gente que año tras año vota por los mismos corruptos,
como lo hacemos cuando dañamos la obra del Creador, asesinamos a sus animales y
escarbamos el alma a nuestra madre derribando sus árboles y sacando de su
vientre las rocas que finalmente no valen nada.
¿Alguien ha vivido más por tener joyas?... Ni una roca se han llevado, sólo una
gran sonrisa perdura bajo esa cueva oscura que nos será donada.
Que el Dios vivo dentro de cada uno de nosotros, nos permita ver cuál es el
verdadero mensaje de la navidad, que doblemos rodilla y actuemos, con una pala
para sembrar y la otra mano para levantar al caído…
Un abrazo a todos, si puedo bendecir en nombre de Dios, ¡una bendición!, que
estemos con los ojos bien abiertos, porque estamos viviendo como si no fuéramos
a morir.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 24/13
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