EL
FUJI L4R [51]
Un lecho de violetas
A donde el caminante va
Con su olor extendido,
Sus bordes de seda
Tejidos por un vago
Que asienta suspiros
Entre sus corazones,
Y al llorar envía aromas
Que pareciera lluvia
Que se estanca
Sobre la inmensa loma.
Y un descanso pequeño:
¡Toma mi mano y oremos!
Levanta el rostro hacia la montaña
Tiene blanco el cabello,
Es un sabio anciano,
Más nunca envejece el Fuji
Fue tallado entre el bosque
De un mundo lejano,
A donde el viajero lo ve
Y se contempla el cielo
Siendo testigo mudo de un arcano.
Calla… ¡bésame en los labios!
Escucha un son de violines,
Quítate las sandalias que es tierra santa
Contemplación tal vez,
Siendo un orar misterioso
Entre las dormidas rosas blancas
Que a pesar de todo, sangran.
Son
violetas tristes de un pasado
Que a costa del frío perfuman.
Así
es el elevado monte:
Un frágil destello de la magia
Que entre las nubes estalla
Cual regalo del cielo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 18/13
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