A TI MADRE [31]
Era en el abrigo de tu corazón, en donde estaba libre,
bajo esos brazos de madre tan cálidos siempre,
y en donde mis ojos hallaron un reposo en los tuyos
descubriendo entre oraciones a Dios,
y en los dolores de la vida, la verdad.
Fue entre tu piel en donde fui creciendo
aferrada a ese tú inmenso, lleno de amor,
y tu sangre me regaló todo lo que soy
respirando de ti, viviendo una pequeña sanguijuela
aferrada a las flores de tus pechos, hasta enrojecer.
Ahora… ¿qué es el ahora sin ti?...
Voy y vengo hacia un sitio vacío…
Tu alcoba es un nudo en mi garganta,
tu ventana es un cielo lleno de esperanza
por donde tu mirada se perdió…
A ti, que sólo tibieza me dejaste,
quiero alcanzar tu prometida estrella,
la que alguna vez pintaste de colores
y dejaste colgada en mis ojos con sales de mar,
cruzando por las laderas de mis pómulos
sin una orilla liviana en donde descansar…
Dulce madre, ¿qué es la navidad sin ti?
Pareciera que ni orar me importa,
si al menos un olor a rosas por mi estancia
donde a presentir tu sombra fueras evocada.
Más solo un vacío de barril sin fondo,
donde ninguna moneda hace ruido al caer…
Pero me atengo a tu recuerdo…
¿Qué más quiero poseer?
Ya todo lo amado se fue,
mientras corro hasta alcanzarte.
Una imagen pernocta entre los ojos
y vive en mi estrella favorita, al anochecer.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 23/13
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