miércoles, 13 de noviembre de 2013

CONTADOR DE HISTORIAS [86]


CONTADOR DE HISTORIAS [86]

Hay un contador de historias
en cada rincón del tiempo,
un reloj que no se detiene
y alguien esperando
que su voz sea escuchada.

¡Mírame!, tengo una historia de amor
que palpita en mis dedos, para ti...

Había una vez una garza blanca,
tan nívea, que envidiaban las nubes su pureza…

Pero había un viento,
una brisa que se antojaba adversa,
ella abría sus alas y luchaba contra ella,
desvanecida entre los humos de la vida,
los venenos que se cruzaron en el camino,
y embestían con furia de titanes.

Sin calmar su ansiedad,
pasó todos los inviernos y veranos,
hasta que parecía que tal vez
en un instante caería.

Un sonido que se abandona,
así el tambor a la caricia de las manos,
el grito final de un animal en el matadero
y su mirada acusadora,
llena de humedades y angustias gritadas en silencio…

Pero el ave continuaba,
casi plumas,
casi huesos,
casi alma sólo quedaba
entre las brisas de un mes de mayo.

Heme aquí posada sobre una rama,
un descanso final.
La providencia se antojó de mis dedos
sobre un pastizal en blanco.

Miro hacia el dorado mundo
donde se vencen los arrogantes cerros
y caen los gigantes, en medio de miradas
de indolente sevicia…

Anidó sobre resecas ramas,
en la cúpula de la más alta de todas las iglesias.
Amó, hasta lo más amado,
y voló de nuevo mi garza blanca,
vestida de azahares.

No he ido a su parcela,
allá pastan los canarios criollos,
se entretienen los luceros en la noche;
y a veces... cuando un frío de ausencia
pareciera tocar la fibra más profunda;
sólo miro a la pared del cielo,
y ahí la encuentro…


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13






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