VIÉNDOME
AL ESPEJO [88]
El
espejo miente,
no
tengo tan arrugada la piel
ni
mis ojos parecen cansados
ni
están las manos ajadas
ni
el corazón parece agotado.
Quito
todo lo que estorba,
le
robo una sonrisa,
no
hay palidez ni descontento
ni
se dejó la flor sola en su aposento.
Viéndome
al espejo, parezco otra,
un
nuevo brillo tiene la niña
las
manos desean ardientes caricias
y
entre la selva húmeda se quedan
para
bailar contigo un tango,
de
labios abiertos y ojos cerrados.
¡Qué
bonito parece todo!
No
hay tristeza, ni lágrimas,
no
hay dolor ni ardores perdidos,
en
el espejo de mi vida te has quedado
y
entre mis ojos vives escondido.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 11/13
Hermoso me gustó mucho
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