lunes, 28 de octubre de 2013

NAVEGANDO [19]


NAVEGANDO [19]

El mar de la vida, un océano insondable tan lleno de magia y fantasía, ¡claro que sí!, navegaremos en él con todas nuestras locuras, con mi barquita de papel que a pesar de todo, se niega a hundirse en las turbulentas aguas, y abre caminos hacia ese maravilloso sol, donde los atardeceres tienen la visita de Dios, y en la noche, nuestras lágrimas permanecen colgadas en el cielo.

Me gusta viajar, que la mente surque las nubes, que sea mecida por las enormes olas y pueda descubrir que permanezco en el mismo lugar, tan soñadora como ayer, pendiente del hoyuelo en tu barbilla, ese fuerte cuello, y esas manos ásperas que se tallan con el azadón.

Ya no buscaré más… ¿para qué?...
Hice juramentos de que nunca más volvería a tu lado, una estrella parecía divisar, con esos colores tan intensos,  ahí los azules corrompen la piel y los deseos parecen ser transformados por manos envueltas en letras.

Pero encuentro un sendero nuevo, los árboles del camino se tocan, se enredan… las águilas anidan en las copas de los más altos árboles, y entre chillidos, advierten que por ahí no podré cruzar pues anidan sus polluelos…

Bendito sendero que me hizo tropezar contigo, aquí está la huella de un amor que parecía imposible, en los ojos de mis hijos, en la barquita de papel que parecía hundirse, y que ante el prodigio de un milagro, se levanta airosa y continúa su viaje, hacia ese umbral de colores de mis sueños, donde las sonrisas se entrelazan, y los cuerpos se funden en un beso.

Es claro el manantial, parece llevar pequeñas hojas a su paso, las llena de rocío, las cubre con su esencia mágica de vida, y ellas se dejan, se entregan sin voluntad propia a su destino, y descansan en su viaje, en cualquier rincón del camino.

¡Qué divino amor!... la flecha se ha disparado a mi corazón, y ha encontrado el tuyo de nuevo...

¿Qué hago ahora?... ya no correteo más tras el viento… me quedo en tu oasis bendecido, aquí las flores de loto buscan otro invierno, y el verano de mi amor se mezcla con el tuyo.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, octubre 28/13



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