martes, 1 de octubre de 2013

LA NIÑA DE LA NOCHE [141]


LA NIÑA DE LA NOCHE [141]

Por ahí la veo inquieta, coqueta… 
Tiene todos los púrpura gastados,
esconde su palidez entre colores rojos;
aprieta la cintura con su corsé,
en un instante se desnuda
para todo su placer.

Entona rancheras viejas, /aunque es una niña.
La ven con ojos de lobo, sedientos de su carne,
hurgan entre el pantalón hambrientos de placer,
buscan el dinero de los hijos,
guardan la vergüenza para luego,
y como bestias,

babean viendo a esa mujer.

Ahí están los esposos, los que juraron tanto amor.
¡Mentira!... el hombre pela el cobre si pasar las ve, 
mueven las caderas, ellas miran con sed las billeteras
en tanto se figuran pavos con toda su envoltura,
hinchado el pecho, abiertas alas, encendidos los ojos,
y ellas con todos sus encantos y embelecos,

imaginan ser mejor que su mujer.

Ya en la tarde, la hediondez llega,
taciturna la mirada, vacía la billetera,
ese olor inconfundible bajo la sábana.
Sólo eso queda del amor de ayer.

Y se pasean de nuevo las niñas de rojo,
tornan pálidas después…


A veces no hay camino, también gusta lo fácil,
pero un hombre que anhela carne en la calle,
siendo gratis la que  tiene en casa,
no es el esposo que he de querer.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 30/13 






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