DESPUÉS
DE MÍ [60]
Hoy
quiero desprenderme de mí, para imaginar un bosque, para convertir el
pensamiento en una cascada clara y transparente, para imaginar cómo la
naturaleza es tan perfecta, que todos los defectos están en el hombre que no
comulga con ella.
Desde
aquí, ésta imaginaria montaña, detallo nubes blancas y azules, amontonadas como
ovejas gigantes, y un ángel de blancas alas que las guía, al momento todo se
desliza, un golpe las hace roncar, y una luz intensa de todos los violetas
dorados y rojos, nace de la tierra, ¿o baja del cielo?... todo tan perfecto,
que siento que no soy parte de algo tan hermoso.
Después
de mí… ¿qué soy acaso?...
Me
creo con enormes poderes, puedo derribar un árbol que tiene todos los siglos
vividos, que ha escrito todos los poemas del universo, y ha cobijado la vida de
todas las aves del cielo…
Puedo
decir que esto está bien y aquello mal, a pesar de mi frágil existencia,
adueñarme de la vida de otros y devorarlos, decidir sobre el destino de otro
ser vivo, cuando no soy dueño de mi propio destino…
Detallo
de nuevo todo… ¡y es tan perfecto!...
Descifro
en una hoja verde los sueños de la hoja dorada
Cae
del inmenso árbol de la vida sin queja alguna,
y
se deja ser sumisa, para lo que fue asignada…
Después
de mí, están las montañas, y creo ser la montaña…
Están
los azules del universo y creo ser el color…
Están
todos los movimientos que también suspiran y sienten
pero
creo ser el poder sobre ellos, y extiendo la mano para castigar.
Tengo
voz, pero no como la de un mirlo, ni un ruiseñor…
Y
sólo los músicos merecen un espacio… los poetas que sueñan un mundo mejor… los
científicos que buscan el bien tanto del hombre como de la naturaleza, y algo
no funciona en el cerebro, el hombre se ha vuelto un pobre bruto, un soñador de
riquezas que todo lo daña a su paso, cuando no es dueño ni de la brisa que
respira…
Después
de mí, ¿qué soy?...
Detallo
una roca, y ella lo es todo… es la estación, la palabra no leída
el
tiempo de un anciano, de todos los ancianos que vivieron una historia y no
fracasaron como lo estamos haciendo ahora…
Somos
la perdición para el planeta, me da pena, me avergüenzo de lo que pensarán las
futuras generaciones, ellos deben levantarse, los jóvenes deben recuperar el
tesoro de la tierra, las esmeraldas bosques, los trajes ríos, los valores que
se han perdido por ir detrás de nada…
Después
de mí… siento pena…
Hoy
ante las fiebres que dejaron mis labios resecos una vez más,
siento
que la vida de ésta generación fue una pérdida para el planeta,
y
que los jóvenes tienen que izar la bandera para recuperarlo,
si
no, también será un desperdicio sus vidas…
Serán
como troncos vencidos que boguen y boguen
para
llegar a la misma orilla,
sin
un fin, sin un motivo…
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 14/13
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