Publicado
por Raquel en 16:01
CUANDO
SEAS MADRE [65]
Bendecirás
el pan y el trigo sobre la mesa,
nada
importará, ni tu pequeña cintura,
ni
tus bellos senos.
Para
nada las manchas en el rostro,
ni
el cambio, ni el desvelo.
Cuando
seas madre,
descubrirás
todas las lunas en el cielo.
Tu
llanto será como un sonajero
que
hará brotar miel de tu boca
y
leche de tus pechos.
Sabrás
de qué color son las estrellas,
escucharás
al búho, /verás sus ojos brillantes…
Ese
dolor que te aqueja no es tuyo,
pertenece
a la madre que te parió.
Ese
llanto tuyo, no te aqueja a ti,
quiebra
en pedazos mi corazón.
Cuando
seas madre
te
veré pegada de la reja,
esperándole
sin dormir,
como
cuántas veces ahora lo hago,
y
entenderás los amargos de la vida,
sabrás
que el camino está ahí para tomarlo,
y
que reclamarás a tus hijos
los
mismos reclamos que nunca acataste.
Te
enojarás tanto contigo,
que
me verás un poco de nuevo…
Tal
vez tomes mi mano y me des consuelo
en
las fiebres y dolores a los que fuiste ajena…
Cuando
seas madre,
bendecirás
a tu hijo en cada despedida,
el
pecho será un atoro hasta su regreso,
ahí
se iluminarán los ojos
y
las sonrisas retornarán.
Pueda
ser que ahora
no
te des cuenta de que tus desaires duelen,
que
tus gritos apagan la luz de mis ojos.
Pero
cuando seas madre,
me
amarás un poco más que ahora,
y
comprenderás,
que
el amor de una madre es para siempre.
Aún
después de muertas
velan
por nosotros.
Ayer
en mi febril sueño,
mi
madre bendita vino a mi ventana,
me
ofreció como siempre, una jugosa mandarina,
una
naranja dulce como su corazón,
en
tanto todos corrían por alguna razón.
Lo
descubro ahora que soy madre,
me
equivoqué muchas veces, y también como tú,
esperé
a que pasara el tiempo,
para
sentir ahora,
lo
mismo que ella sintió.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 14/13
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