Publicado
por Raquel en 15:59
Lunes,
14 de octubre de 2013
CALDOS
DE VIDA/A Miguel Hernández [66]
Al
poeta le ofrecí un caldo nuevo,
se
llamaba sales de vida,
adornados
con pedazos de amor
y
rollitos de esperanza.
Bajé
del cielo queso campesino,
lo
adobé con brillo de estrellas
y
con un poco de sal de mis ojos.
Los
niños llenaban sus mentes:
¡Qué
delicia ha de ser comerlos!
Ya
no tendré esos calambres arrugados,
ya
no tendré esas ganas curtidas,
esas
hambres que tornan blanca la piel
y
nos hace desvanecer,
antes
de vivir.
Pero
en el caldo de poemas había luz,
tenía
sabor a hierbabuena,
a
cera fabricada por las angelitas del bosque,
y
la miel eran trozos de cebolla blanca
con
ramitos de cilantro picado.
Recordé
los caldos de mi poeta madre,
también
sé qué sabor tienen
y
como Hernández,
me
ubiqué en su prisión,
me
llené de calma,
y
entre sus rejas
descubrí
las mías.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 14/13
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