viernes, 25 de octubre de 2013

APRENDÍ [41]


APRENDÍ [41]

También aprendí a tomar las rosas por sus espinas,
con cuidado de no herirme,
para probar lo dulce de su alma...

Aprendí del mar,
si las olas canturrean,
parecieran meditar sobre las rocas,
si se agitan
siento el milagro del miedo y de la angustia...

De todo un poco,
de la gente que va y viene con tanta prisa
y nunca llega al sitio deseado.

Que por más correr y apresurarnos,
no llegaremos primero.
Es la vida una cuesta extraña,
si llegamos arriba, deseamos bajar,
si estamos abajo,
queremos llegar más arriba que los demás.

Es una escuela mi árbol de mamoncillo,
si muda sus hojas,
deja un lecho de vida de ocres colores,
para abonar un terreno,
y entre pequeñas flores blancas resucita la vida
junto a carnosas semillas,
que se derriten en mis labios.

De la mirada del sol ardiente y soberano
que dada le niega a la pradera,
nada a la belleza del ocaso...

Y sin embargo,
ajeno al frío de la tarde, marcha,
para brillar en otro cielo,
y pintar otras montañas.

Aprendí muchas cosas de la vida,
pero soy una necia también,
empeñada en buscar locas fantasías
cuando ya no hay nada por hacer.
Pero aun así,
la noche brilla por sus estrellas,
y el mar por ellas también,
si un globo se torna de plata en la oscuridad,
es dorado al amanecer…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 25/13







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