REGRESÉ
[104]
De
nuevo aquí un momento,
regresé
pensando que vale estar en paz
y
que odiar envenena el alma,
que
es más fácil perdonar y continuar
que
avivar el fuego.
Es
bueno recordar momentos felices,
si
estuve necesitada, ahí estuviste,
si
herida, me abandonaste,
pero
regresé de una clínica,
y
creo que aprendí la lección
debo
recordar lo bueno,
para
no ahondar en los errores.
No
es válido sembrar cizaña
pero
sí vale aclarar las cosas y continuar,
tal
vez sea mejor esperar que se asiente el agua turbia
y
así veremos lo que en el fondo hay.
Vi
muchos rostros, unos iban, otros venían,
algunos
se quedaron en el camino sin regresar a casa;
vi
a una niña iniciando un viaje largo y doloroso,
su
púrpura rostro me habló, y su mirada me enterneció…
Entonces
dije que vendría una primavera sobre un pequeño cajón
que
muchos inviernos estarían sobre su pequeña parcela
y
un espacio siempre florido,
invitaría
a las mariposas a volar sobre flores plásticas,
y aquí
también recapacité un poco.
Pueda
ser que mañana deba llorar y no quiero hacerlo
quiero
dar la mano a quienes me ayudaron,
a
esas personas que me apoyaron en el camino
y
entonces olvidé las heridas,
ya
que pesaron más las bondades.
Volteé
la vista hacia un vientre lleno y bendecí la vida,
dije
que valía la pena todo sueño, y toda esperanza,
que
los trigales estarían dorados después de la lluvia
y
sonreí por las buenas noticias, que se avecinaban…
Regresé
de un sitio de dolor y consuelo
muchos
corrían apresurados,
otros
salían tranquilos y pausados;
una
oportunidad de vida nos habló de nuevo del perdón
y
la cizaña observé en otro camino
más
no en el mío.
Al
instante después de todo, cuando venía a casa,
miles
de perlas de tantos colores bajaban,
inundaron
las praderas, dieron brillo a todo,
se
limpió la inmundicia que tomó el mar,
y
mañana es seguro,
que
sobre la orilla se acumularán.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 10/13
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