OTOÑOS
[134]
Advertí
de nuevo una hoja
tan
dorada espiga de trigo en verano,
comprendí
que todo pasa y se renueva el campo
si
la lluvia desde el cielo cae.
¿Cuándo
pasará el suplicio de mis niños descalzos?
¿Dejarán
al fin a los dueños de la tierra cultivarla?
¿Evitarán
que semillas diabólicas inunden nuestros huertos?
¿Entregarán
azadones y bueyes para arar de nuevo?
¡Pobre
tierra tan maltratada!,
los
árboles son mensajeros sin destino,
en
cada cambio de estación admiro
tantas
flores y semillas que marcharán,
y
gorriones que morirán...
Éste
mi otoño tan amado,
aquí
mi árbol mudó todas las hojas
y
brotes pequeños de niñas brillantes
como
tus ojos, descubro,
con
pequeñas esmeraldas
que
serán flor y fruto.
¡Divino
amanecer !...
¿Saben
que me deleité con la lluvia?
Brillantes
perlas corrían junto a las hojas viejas
y
en un instante viajaron mansas,
con
una corriente fría
que
las llevó a besar la tierra.
Otro
amanecer pensando en ti,
nada
duele, nadie me lastima.
Busco
en tu norte mi amor posible y sumiso,
pareciera
fuego sobre una lámpara que se apaga
y
al suspirar me trae tu presencia.
Florecen lirios del valle ante mis ojos,
otoños
se decantan en un lago transparente
y
lloro un poco,
por
mi ausencia en tu mirada,
escucho
la música que me trae un verso callado
y
doblo las rodillas,
por
todas las hojas que se han secado.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 3/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario