miércoles, 11 de septiembre de 2013

NECEDADES [101]

NECEDADES [101]

Contaré, que estoy como una gran maleta,  llena de cosas, pero la mayoría inútiles.
Busco en el fondo, y guardadas quedan las pocas valiosas, una alforja llena de letras viejas que nadie leerá.

Un poco más aprisionadas entre una cascada invisible, estás tú, están los que se adelantan y espero mi boleto, a ratos con ansiedad, otras con miedo, ahora, tal vez puede ser, con esa esperanza de que todo pasará.

Me siento cansada del mundo, de la guerra, del odio, cada día un nuevo tropiezo, de la tecnología que arrasa con los principios, pero que en medio de todo me regaló un pequeño espacio, donde puedo dejar los miedos, la cobardía que no permite que abra la boca.

Más cerca que lejos, el dolor parece una montaña, y cada día pareciera crecer más...
¡Son tan pocas las alegrías!, y después de muchas carcajadas siempre habremos de llorar.
¿Amigos?... una rara palabra… ¿existen?... ¿acaso se los llevó el aguacero de ayer?...tan liviano es todo, tan frágil, se quiebran los hielos en la montaña, ¡pero tan hermosas las vemos reverdecer!

Y al cielo, a ese azul infinito, al mar copiado de su color, a éstos quebrantos que me hacen llorar y en un instante volver a sonreír, les dejo un poco de miel.

A pesar de todo, busco entre los escombros ver florecer los cactus, y un beso tuyo con la brisa, el aroma de todas las flores del campo, mezcladas con la hediondez también.

Retornan después de las lluvias, a la vez que se siembra la vida en forma de muerte, y sobre ella se alimentan pequeños gusanos que abrirán sus alas a un día de sol, ¿serán almas las flores del campo?, ¿ serán los niños cantores entre las ramas?...

¿Quién puede afirmar, o decir no?
¿Quién ha regresado después de la muerte y ha contado sobre el más allá?... ¿Será el más acá?...

Mi alimento es como un niño pequeño, frágiles palabras que serán como ostras sin abrir, sin herir, y cuando ya no esté; ¿será que alguien me recordará?, ¿comprenderán del miedo de vivir en éste tiempo?

Un momento para locos que viven sedientos, un segundo para esos demonios que nacieron para hacernos llorar, en tanto mis hermosas praderas serán desiertos, donde no habrá buey para cebar, ni lobo para ahuyentar.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 11/13

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