EL SINSONTE [100]
Sobre elevada rama estaba mi sinsonte;
¡qué bellos ojos descubrí de madrugada!
Sus alas grises tenían brillo inconfundible
y al instante inició una bella tonada.
Me acerqué un poco para verle
sólo tenía ojos para el sol,
y los sonidos del viento
salían de su corazón.
¿Quién le enseñaría a trinar de esa manera?
No lo sé, pero embelesada quedé ante su
belleza
y un salto mi corazón dio.
El sinsonte calló en un momento
ante la tibieza de unos rayos dorados abrió su
alas
parecía una flor entre los guaduales,
una flor
gris que se dejaba llevar de la brisa.
En un instante, desprevenida estaba,
creí que moría al verle partir,
pero el sinsonte se posó sobre mi ventana,
y otra vez, volví a sonreír.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 14/13
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