HOY [93]
¡Qué cosa rara!, hoy despierto con una
sonrisa, pero me reciben con una bofetada, creo que a pesar de la tristeza del día, mi
Jefe precioso tenía algo para mí, como es abrir los ojos y ahondar en esas
heridas de madre que a veces nos tornan nostálgicas, para comprender que nada
podemos hacer, cada uno debe vivir su propia historia para su crecimiento y
madurez.
Hoy que amanezco con dolor en el cuerpo, algo
quema mi interior y no comprendo qué es, tal vez mis huesos no estaban como deberían
estar, y las gotas de mi techo sólo las conozco, pero sin importar, lo que
soluciono un día, al siguiente se desbarata.
Entregamos amor a quien no lo merece, a quien
se burlará luego, no de mí, de los chicos, que confían tanto en él y lo
idealizan como yo, y terminan estrellándose contra un muro terrible, lleno de
espinas que después avientan, contra quienes nada tienen que ver con sus
desdichas.
Mi día es tuyo, mi dolor es tuyo, mi llanto, y
éste atoro nuevo en mi corazón, los sustos de la noche con esos rayos terribles
que parecían que me hicieran explotar en mil pedazos, pero aquí estoy, me
cambié de músico, estoy engañando a Cortázar porque si, deseo otros sonidos en
el viento, otros mensajes que me llegan con olor a sales de mar y bullicio de
Río Magdalena, tan cercano y lejano, tan veloz y soberbio cruzando la ciudad.
Pero mi dolor no es nuevo, es un dolor añejo,
el mismo dolor de todas las madres del mundo, pues queremos ver a nuestros
hijos felices, y por ellos hemos entregado nuestro tiempo y nuestra vida, pero
a veces parece que lo olvidan, y no es necesario recordar que una vez sean padres,
comprenderán de qué dolor les hablo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 13/13
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