sábado, 28 de septiembre de 2013

EN VUELO 2 [1]


EN VUELO 2 [1]

Descubrí la voz del viento, a pesar de que nadie me enseñó, planeé con mis alas extendidas y volé  tan alto, que nunca más me estrellé…

Alguna vez, por aquéllas cosas de la vida contigo tropecé,
armé sobre frondosas ramas, entre pequeños hilos de plata, y bordados con esmero con ramitos de azahar y desechos de la selva, un enorme nido, donde los vimos crecer y  llorar.

La descubrí cierta mañana, agónicos dolores en mi vientre, una espada con doble filo, garras en la oscuridad, y a pesar de mi fuerza aparente, tuve que esconderme de nuevo de la gente, para que no me volvieran a dañar.

Mudé mi traje interior, y el exterior lo dejé al tiempo, para que mis garras se afilaran una vez más y tuviera brillo en mis alas, y se renovara en mi pico un cantar.

Estrellada la noche, con ese inmenso globo dorado, antojado de bosques y almas tristes, ensombrecida a ratos, como una solitaria mujer que espera a su amante sol, y al acercarse la noche lo ve desaparecer, estuve anhelando el viaje de la cigarra, que ha entregado todo, sin nada merecer.

¡Bendito tiempo el que estuve contigo!, bonita lluvia de luceros, de ojos encendidos, bella razón para continuar, más el viento adverso, las espadas de doble filo, las mariposas de colores que se quitaban el traje para mostrar las flaquezas de sus vidas, poco a poco ahuyentaron el amor que tenía, y me acerqué a ese precipicio con las rodillas dobladas, con el alma entretenida en oscuros pensamientos, para que la voz del viento susurrara versos, y con ellos me entretuve.

Ha pasado el tiempo… ¡soy el águila libre de los vientos!
No espero llamado alguno, ya es tarde, se termina un ciclo.

En vuelo, con mis ojos avizorando ese lejano espacio donde las estrellas se acompañan del inmenso azul, busco para mañana, si lo encuentro, ese ropaje sobre mis alas, para descansar al fin.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 27/13

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