COMO GAVIOTAS [67]
Volaba solitaria,
la inmensidad se achicó cuando te vi,
tus ojos divinos,
tan azules como el océano,
tan claros parecían un manantial…
Estoy feliz y tomo el instante,
lo aprisiono contra mi corazón
porque tal vez seas.
Ni un parpadeo negaré al momento de tu brillo
ni un segundo, a tus alas extendidas.
¡A lo lejos, todo era tan parecido a la
nostalgia!,
tan repetidos los días, tan iguales los
poemas…
Pero una sonrisa me atrapó
en éste desierto donde habito,
una palabra dejó abierta mi ventana para ti
y llegaste sin pedido,
como un mensaje traído por la ocarina,
una historia contada por la flauta,
una melodía que atravesaba todos los senderos
para estrellarse contra el mío…
¿Te quedarás?
¿Terminaremos éste vuelo juntos?
¿No te parecen fascinantes las olas a ésta
altura?
Las flores, ¡cuánto las amo!,
pero más, poder besar tus labios.
Una estrella parecen mil en el corazón,
adoro la luna de ésta noche porque la estarás
viendo;
amo mi espejo porque lo veo sonriendo,
y las gotas de rocío en mi ventana, no son
llanto,
son perlas de sal, por estar tan feliz, al
descubrirte.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 17/13
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