ANOCHE 3 [4]
Un aguacero bello, grandioso,
truenos como voces de rocas enormes, que caían
del cielo,
se estrellaban, y en medio de sus golpes
emergía como por arte de magia, mucha luz.
Enormes rayos que parecían quebrarlo todo a su
paso
pero nada sucedió, sólo un desvelo para ver
encender y apagar luces,
descubrir la belleza en medio de una oscuridad,
ver esa llama interior
orar un poco, pues el miedo al ruido siempre
nos atormenta,
el temor a las sombras en la oscuridad nos
inquieta.
Imagino muchos estragos en pequeñas casas…
Ancianos y niños estuvieron desvelados,
afiebrados recuperando sus tesoros,
sus vasijas arrugadas por el tiempo, sus
cobijas raídas
fotos añejas de estar guardadas.
Ese atoro en el pecho de continuo, sueños
peligrosos,
escondido el enemigo ataca, tal vez no sea
conmigo
le pido a mi amor invisible ayuda,
tornan aguaceros con mucho ruido,
un despertar anuncia el día en medio de hojas
doradas
y pájaros hambrientos
no hay frutos,
pero sí abundancia en tesoros,
que se cuelgan como diamantes entre las ramas.
Camino hacia la montaña,
elevo el rostro como un girasol que me
acompaña,
escucho nuevos sonidos, sin imaginar qué dicen,
pero aciertan en el amor, en la esperanza.
Aferra tus manos en sumisión,
la certeza de un nuevo día me hace suspirar;
pienso en ti, tal vez mañana te olvide,
para tomar del bosque un lirio encendido
y abrazar del tiempo lo que me ofrece.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 28/13
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