TE
DIRÉ [5]
Al sentir que era el último otoño
las hojas secas fueron de oro.
Silentes bajaban de mi roble amado
¡Dulces se perdían en un lago!....
Lindo amor, mi único consuelo es pensarte,
eres compañía en mis eternas soledades.
Con
tu imagen descubro cada hoja,
cada palpitar de rocío entre las ramas.
Transformas
en diamantes
que
para mí desgranas
sobre
la sensación más dulce que te llueve,
y
me hace bendecir el segundo donde mora el sol
para
caer luego, desperdiciado entre la nieve.
Cabe el mundo en una de ellas,
el
paisaje es maravilloso.
Siguen
cayendo las hojas de mi otoño,
me venzo, soy una de ellas a voluntad divina.
Dejo que mis manos guíen mis sueños
y les permito morir en una lápida en blanco
que
se tiñe de letras para ti.
Las perlas salobres
que
sobre mis párpados corren,
anuncian que no hay desperdicio,
en
tanto haya renuevos.
Ni hay dolor mientras te recuerde.
No
hay muerte,
es sólo un aguacero que tempestad
en
nuestras almas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 30/13
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