LAMENTOS [7]
Y a éste lamento,
Y a éste lamento,
que de calambre
se empeña en mi corazón:
¿Cómo se le llama?...
A esa sombra que me persigue
con tu nombre,
con andar de gitano
sobre mi gris vereda:
¿Cómo se le nombra?
¿Cómo le digo a ésta pasión
¿Cómo le digo a ésta pasión
que me enciende al pensarte,
y al segundo se apaga
por tratar de olvidarte?
Y a éste regazo que espera
Y a éste regazo que espera
cada noche por tus manos,
a estos pechos que tiemblan
tan solo al imaginarte
entrar por mi ventana abierta:
¿Cómo le nombro?
Quiero vencerme en tus brazos,
Quiero vencerme en tus brazos,
en tu tronco añejo,
sin importar las heridas del camino.
¿Cómo le llamo
a ésta encendida llama,
que ni el huracán más violento apaga,
pero sí enciende el más fugaz recuerdo?
Entre preguntas sin respuesta vago…
Entre preguntas sin respuesta vago…
Un camino estrecho es la vida,
un sendero pétreo con espinas.
¿Cómo le digo al cardo,
que a pesar de la lluvia
y al implacable sol de verano,
siempre tiene encendidas flores?
Así, amor mío:
Así, amor mío:
¿De qué color pinto el cielo?
¿De qué hechiceras sombras
que alardean en las nubes
tras corretear por las montañas,
puedo adornar mi melancolía
de saberte ajeno?
¿De qué sabor estarán hoy
los duraznos de tus labios?
Tiempo sin saborearlos,
tantos años perdidos en la distancia.
Pero están presentes
en cada recuerdo,
en cada segundo,
si se empeña en florecer una orquídea,
y se humedece ante el ayer,
al evocar tus fieras manos.
¿Cómo le llamo a éste día,
¿Cómo le llamo a éste día,
tan parecido a otros,
tan repetido en mi estancia,
que hasta parezco una sombra
dentro de mi cárcel casa?
No sé ni cómo repetir un verso
No sé ni cómo repetir un verso
en donde no te nombre.
Que tus letras sean olvidadas,
y tu amor imposible
sea guiado por las mareas
extrañas de tu destino,
tan ajeno al mío,
pero cercano en mi pensamiento.
¡Pero no importa!...
¡Pero no importa!...
Te nombro cada segundo,
te retengo ante tu voluntad
y persigo ese camino tuyo,
aún después del más allá.
Después del infinito
te guardo conmigo,
si tus perlas negras
brillan en la distancia
al llegar la noche,
recuerdan el primer beso,
la primera caricia
que temblaba en mi boca.
Estoy aquí de nuevo
emitiendo un suspiro con tu huella,
y evocando el sabor a hojitas de limón fresco,
en tu boca.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 31/13
Barranquilla, agosto 31/13
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