PENSANDO
[40]
Cruzo
ésta puerta vestida de flamenco;
la
música invita a tus brazos, amor.
Tu
boca tiene el sabor a un beso
con
olor a hierbabuena o ramitos de limón.
Empiezo
a danzar, me calzo las zapatillas.
Una
blusa negra con brillo de noche,
mi
púrpura falda para que me adivines
entre
el taconeo y las guitarras,
donde
las estrellas
tan
lejanas como tu amor
parecen
vivir dentro de mí.
Me
he dado cuenta que no estoy sola,
vives
conmigo en los recuerdos de cada día,
en
los silencios de mis noches solitarias,
en
mis manos cuando acaricio letras
y
te sueño cercano al amanecer.
Me
gusta mi soledad porque puedo hablarte.
Me
agrada decirte que te quiero,
que
no me olvido de la primera vez,
de
tu primer beso que me llevó al cielo
y
tu despedida, que convirtió en un infierno mi vida.
Pero
estás, ¡siempre estás!...
Te
ahogas en mis ojos
y
renaces cuando despierto
para
dormir en mis sueños,
donde
serás eternidad
copiada
en el azul del cielo,
y
el cantar sumiso de las olas
que
se van y regresan,
junto
a los índigos del mar.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 27/13
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