jueves, 11 de julio de 2013

LOS DESTERRADOS [138] MADRE [139]

LOS DESTERRADOS [138]

Entre almas de silencio, se confunden los del ayer.
A veces me pregunto: ¿vagan o levitan?
¿Se esconden entre el ruido de la espesa selva que aún queda?
Tiemblan las voces de un tambor al paso del bisonte y el venado,
buscan de otras tierras verdes prados
ausentes hoy, lejanos, tristes, acabados…

Encuentro entre mis cosas viejas
el adorno que alguna vez compré…
En el centro, dice: - mira hacia ese pequeño horizonte
deja que se vayan las sombras oscuras por ahí
y entre las plumas de águila, se quedarán los buenos tiempos
entre los hilos entretejidos con amor,
palpitará tu buena suerte
con besos de hombre y lágrimas de mujer.

No pudieron sus embrujos salvarlos del genocidio,
ni los ruegos a los dioses que acampaban en sus bohíos,
ni las danzas a la lluvia para que la paz retornara,
ni pudieron sus riquezas
aplacar los afanes de otros por sus tierras.
¿Qué han plantado en mi hogar?
Las palmeras gigantes se adueñan de todo,
dragones  acosan y votan llamas por sus poros
que entre pesados hierros descomponen en pedazos
a los grandes vencedores del planeta,
que viajan entre rocas, y aguas de lluvia,
sin conocer triunfo ni derrota.

Se han enmudecido…
Miran hacia sus tierras como parias del camino…
Se descalzan de sus pies llagados,
se unen a las manadas que ocupan bosques de cemento
y con las manos entrelazadas como cadenas fuertes
le aúllan lastimeramente a la luna…

¿Escuchas el sonido de aves que se levantan?
Parece… sí… ¡parecen golondrinas en vuelo!
¿Serán pasos de bisonte en la llanura?
¿Serán los venados que juegan entre flores amarillas?
¿Serán tal vez sus almas que buscan un consuelo
entre las rocas que acampan todavía,
dejando un espacio para que la brisa las bese
y florezca una que otra orquídea?


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 8/13




MADRE [139]

Aférrome a ti madre
a tus arrugas, a tu amor,
a endulzarme de recuerdos
deshojando una flor.

A tus manos cansadas
desnudas de dolor…
A tus ojos verdes claro
lago del poeta cielo
sueño del navegante sol.

Me adhiero a tus pezones
blanca leche, ternura y verdad,
y me alejo como las gaviotas
por el mar… por el mar…

Me sostengo en tu belleza
tímidas letras, sencillas palabras,
y aquí bogo silenciosa
soy un tronco en cualquier lago
sobre aguas turbias o claras
donde se ajusta mi destino.

Y un beso… una lágrima…
Ésta tibieza sin mentira
que se pega como hiedra,
aunque me claven espinas.

Y susurran las aves al amanecer
pasos de niña descalza
gorrión de ocres alas;

mi ventana abierta a tus trinos
mi vida toda tuya,
dulce paloma herida:

¿Descansas en Dios?

Raquel Rueda Bohórquez
Publicado por  RAQUEL     en  12:50  


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