EN
MI ESPEJO [31]
No
hay arruga que no delate
ni
huella que no me asombre,
cuando
en mirarse al espejo
se
entretiene el hombre.
Todo
se dice pecado:
Amarte
bajo mis sábanas,
desnudarme
ante tus ojos
para
caer de hinojos.
No
hay placer más grande
que
el gozo entre tus brazos,
tan
poco y tan barato
es
el recreo mundano.
Y
de esto no me ufano
ni
me convierto en demonio,
por
decir que al amarte nombro
al
Juez que me dio la vida.
Entre
todos los encantos
también
las sensaciones
el
placer y los calores
que
legó en su envoltura.
¡Qué
ricas tus manos!
¡Qué
deliciosa tu lengua!
¡Qué
dulce el calor de tus piernas!
¡Qué
melodía bonita,
el
vaivén de la cama!...
No
me quemaré en el infierno
por
decir que el placer es bueno,
pues
a quien me condena
lo
he de ver de amor muriendo,
viendo
hacia un crucifijo
y
a Él, consuelo pidiendo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 2/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario