COMETAS
[100]
Iniciamos
la vida soñando, para que al final, todos los sueños desaparezcan y seamos
sembrados en la tierra, como abono que fertilizará nuevas semillas.
El
tiempo se va tan aprisa que no lo sentimos, pero el implacable reloj no se
detiene, sigue su marcha, se apresura a envejecer la piel y a robar sus almas.
¡Aprisa!...
Corre ahora por tu sueño antes que desaparezca con la brisa, y si lo alcanzas,
cuéntame, porque los míos se fueron a navegar, donde las distancias se acortan
con el pensamiento y se alargan con la muerte.
Tengo
un baúl lleno de ellos, los puedo tocar y ver por instantes, luego se quedan dormidos por horas, donde
nadie los visita, enmudecen en el
silencio de las hojas arrumadas, que se vuelven como mi cabellera: gris y
delgada.
Si
rechazamos los sueños, estamos muertos. Son los deseos, lo que nos mantiene despiertos, ese anhelo nos sostiene con un cirio
encendido en el alma y un poema en el pensamiento.
Sueño
con una barca mecida sobre las olas, mi alma navegando con ella hacia ese
estero brillante, donde los azules invitan al descanso, y las gaviotas se
embelesan en cariño, danzando con la brisa fresca.
Al
final de todo, somos eso... cometas que levantan vuelo sin quien las sostenga, se elevan y se pierden
en la inmensidad del cielo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 16/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario