ANDERSON/Viendo
al mar [145]
Su
nombre es el cometa de la tarde,
el
primer lucero que brilla para nosotros
en
su horizonte tantas veces visto...
Tal
vez pensaba en algo,
sus
perlas un tanto tristes
una
vaguedad extraña a ratos.
¿En
dónde estoy?...
¿Qué
son esos azules infinitos?
¿Esa
línea del infinito qué significa?
¿Será
que hay más líneas después de la última?
Y
pasó el tiempo,
su
barca se fue a navegar con él.
Quebró
la tarde nuestros sueños pasajeros,
pero
el suyo, liviano entre sedas de colores,
bordeó
una estrella,
que
se escondió cual perla
entre
los ojos.
¡Ya
no corras más niño de mirada feliz!
Tus
sonrisas son campanas de Navidad,
vaga
tu recuerdo en nuestros llantos;
en
nuestras diarias oraciones te quedas,
en
el regazo de tu madre al despertar
y
el de tu padre al ver hacia la montaña.
No
hemos llorado más…
Te
vi disfrazado de golondrina hace un rato,
tan
veloz surcaste el cielo
que
no te detuvo ni el cantar de una cigarra.
Entretenido
en ese cielo de mágicos atardeceres
prendido
de tu destino, las estrellas de colores te veían,
eras
uno con el sol
al
silenciar la tarde.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 8/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario