jueves, 11 de julio de 2013

A MADONNA [146]


A MADONNA [146]

Madonna linda: a tus pies postrada en ruego, tú sabes que no soy la perfección, pero cada día busco la senda del bien, y perdonar, siempre perdonar y procurar ser mejor en medio de las calamidades de éstos tiempos azarosos.

Estoy aquí para pedirte el don de la paciencia, tantas veces ante las insolencias de los demás me siento acorralada, pero quiero por medio tuyo, que me ayudes a sortear cada atajo, que encuentre el camino y el sendero  correcto, para dirigir mi propio destino y ayudar a otros a encontrarlo.  Aceptar que cada uno de nosotros somos seres únicos e individuales, pero que por ésta razón, no puedo permitir abusos en mi vida ni en mi hogar.

Mi pedido de hoy, es para que la hija de una amiga encuentre trabajo, para que mis hijos bajen el tono a sus arrogancias y acepten que sin Dios nada somos, para que  me doblegue, pero no ante los deseos del hombre, sino ante la voluntad de mi Jefe Supremo que todo lo sabe y todo lo adivina antes de que suceda.

No quiero caminar con los pasos y sueños de otros, sino con los propios; que tal vez sean comunes a los demás, quiero ser la persona correcta en el tiempo que pueda estar aquí, y que en vez de llenarme de rabias como muchas veces lo hago, pues no puedo pretender que todos piensen como yo, me des la sabiduría para defender mis principios y lógica, y que ellos comprendan que el hogar, es un sitio donde todos tenemos que darnos la mano, para caminar hacia una mejor convivencia cada día.

No sé qué decirte, a veces me desarman, me desarmo, me arrimo, me arrincono, pero es en esos momentos cuando decido doblar el cuello y las rodillas, y ver hacia tus divinos ojos, dejo mis cargas en tus manos, como muchas veces, permito que tu fuerza penetre en mi vida y en la de los míos, para que se obre el milagro y poder proclamar a todos, que eres  reina entre las reinas y  mujer entre las mujeres.

Eres la diosa de mi hogar, por encima de los caprichos de cada uno de nosotros, y aquí mandas tú, con esa voz suave de niña, con ese despertar de gorrión en mi ventana, y esa luz sobre el sol de cada día.

Amén.


Raquel Rueda Bohórquez 
11 7 13 

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