sábado, 22 de junio de 2013

PARA ELLA (38)

PARA ELLA [38]

Los ojos negros de aquélla mujer,
sus manos laboriosas, incansables,
sus piernas, donde los azules implacables
mostraban un dolor del alma y un cansancio,
que descansar no dejaba.

La sabana le conocía,
los calores de la noche en aquéllas tierras lejanas,
el petróleo calcinó las antes montañas amadas
donde vivió su niñez sobre limpias quebradas,
y anidaban palomas y garzas blancas
sin que la mala honda las tocara.

Su bata blanca de enfermera que a tantos ayudó,
¿para qué hablar de cosas malas, sí de buenas se adornó?
Es que en la vida todos nos equivocamos,
pero muchos, no buscamos el perdón,
pero de aquélla linda dama,
¿alguien les habló?

¿Contó, que las dos jugábamos a los tesoros?
Una esmeralda, un diamante tocaron nuestras manos,
una carrera envuelta en carcajadas,
donde la oscuridad era plena
y el tiempo anunciaba una primavera.

Fue mi comadre y amiga,
conocí secretos que se irán conmigo a la tumba,
la vi aquél último día, como un sauce llorando,
semejaba una cigarra cantando,
hasta que ya no queda nada,
un poco de tierra adornada de flores pálidas,
y su corazón errabundo.

Mira: -Fueron mis últimas palabras en aquél fatídico día,
/si no sabes qué hacer y un tormento extraño,
imágenes que vienen y van, en sueños que extravían,
enredaderas que quieren tomarte y aprisionarte en vida,
descubre todo lo que hay a tu alrededor.

Cierra los ojos y adivina a mis cachorros,
¡qué encantadores saltan tras una mariposa!... y sigue contando…
cuenta ovejas blancas que se disfrazan de nubes, y sigue volando…
¡pero no llores más!...

Las drogas mal recetadas la enfermaban,
sus imaginarios dragones la desnudaron cualquier tarde
y niños vestidos de blanco le esperaban.

Y voló la mariposa con sus puertas cerradas,
un lago de púrpuras entre sus dedos,
un abrazo enorme, una hoja, la ropa organizada,
y un lago… ¡un inmenso lago!…

Aquí vagaban las rosas púrpura de la vida
era un piso nuevo, una casa de lujo siempre soñada,
el río de sus venas en su cabello mojado
se quedaron para siempre en mis ojos,
y los suyos, ¡en un cielo lejano!...

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla junio 22/13 

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