OJOS
[120]
Al
describir los ojos de Myriam, ¡qué tristes son!
Profundas
aguas, donde la luz no penetra,
y
el cielo se hubiese oscurecido con temor.
Sofía
pinta ojos negros alcahuetes,
se
conjuga el amor como un verbo
y
tiene ganados a los luceros de la noche,
callan
los amantes,
y
suspiran entre sus broches,
tristes
ojos verdes.
Los
ojos de Dora son tímidos y coquetos.
Decía
mi padre, que los más enamorados.
Mansos
cual gorrión bajo la lluvia,
y llorones
cuando se hieren.
Raquel
no tiene ojos…
Se
los llevó una madre para el cielo,
los
suyos son cometas esmeralda que se alejan
para
buscar entre la mirada de un cóndor
su
consuelo.
Socorro
tiene ojos café soñadores,
siempre
enamorada de la vida,
deseosa
de la pasión que huye en otras naves,
pero
quedan prendidos de pequeños faroles
que
llegaron desde un vientre a iluminar su vida.
Los
rasgados ojos de Olga han llorado mucho,
sus
mieles confundidas, miran de un lado a otro,
pero
se quedarán entre azules
viendo
a una gigante ave de metal que vaga
escondida
entre las nubes.
Rosa
María tenía ojos negros,
Fueron
la luciérnaga de Mami
Que
brilló en vida cual lucero tierno
Tintineando
campanitas de navidad
En
sus recuerdos.
Los
de Sonia enormes y negros,
aquí
el amor se fundió en luna llena,
se
copió la dulzura de un poema.
Una
gaviota de grandes alas los declama
danzando
sobre una roca, que a su amor evoca,
causando
a quien los ve, más ardor que pena.
Pero
los ojos verde esmeralda
con
girasoles pequeños en su fondo,
pecas
que parecían montañas
que
en lagos inmensos copiaba
la
mansedumbre de la vida,
sus
ojos volaron de mañana,
se
quedaron en el silencio de un amanecer
y
tiemblan en las noches,
cuando
el cielo oscurece,
copiándose
de luciérnagas que levitan
bajo
la sombra de los míos,
si
a recordar pretendo.
Ojos
de mi madre, mis esmeraldas,
¿en
dónde están?
Hace
un rato me vi al espejo
y
me pareció verlos pasar,
advertí
que se miraban en los míos
en
un lago de cristal.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 9/13
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