lunes, 10 de junio de 2013

MI PINTOR (119)

MI PINTOR [119]

Domingo 9 de junio/13

Un día más de vida, una imagen tomada por alguien, quien decidió compartir y una loca describiendo una obra de mi Pintor.

Lo primero que detallé, no fue el oro derretido en el mar, parecía una sábana entre negros y dorados, ni la oscura montaña que bordea un lago, o el océano que con sus tranquilas aguas nos deja un cantar, un sueño, una ilusión.

Mi Pintor extendió la paleta para que nos conmoviéramos ante los mensajes que cada día nos regala en forma de imágenes, cambiantes y preciosas, de cada segundo de vida, con los ojos abiertos y el alma dispuesta.

¿Para qué sufres tanto, si finalmente el dolor termina?... /pareciera decir.
Disfruta de tu hoy maravilloso, de éstos segundos viendo hacia la montaña, y allá en la inmensidad de mi silencio y el tuyo, me encontrarás.

Un cúmulo de nubes entre blancas y grises, semejan niños danzando sobre la montaña, libres y felices, rodeados de enormes árboles de muchos colores.

Un tigre tras unas ramas jugando con una mariposa, un ave en medio de ellos revoloteando tranquilamente, y sobre el bosque, una mancha entre negra y gris, que semeja una niña disparando una flecha, que  pareciera venir directo a mi corazón, todo a mi derecha, de una o de otra forma, cambiando, según la manera como lo vea, pues las imágenes que pinta mi Jefe son únicas y maravillosas cada segundo.

Describo ahora lo primero que divisé, que es el centro de la imagen, un triángulo perfectamente definido, envuelto en rayos de sol abiertos, como una mano mágica que nos señala, iluminando el camino de cada uno de nosotros.

Pero lo que hay dentro del triángulo es fácil de ver, lo observo claramente, creí que era un montaje, no lo sé, tal vez, es un pequeño bosque que termina en pico, y allí en el centro, adornada de rosas blancas, la imagen de María, tantas veces vista en sueños de unos y otros y dibujada en un rincón de cualquier sombra, con sus brazos extendidos, en posición de infinito amor y ternura, descubro su velo blanco sobre la cabeza, como hecho de nubes translúcidas de la más fina seda, y una corona de oro maravillosa, su traje es azul brillante, rodeada de varios ángeles pequeños. Defino su rostro con una dulce sonrisa, como si acabara de llegar aquél hijo que marchó cualquier primavera, sin decir adiós.

Vuela hacia ella un ave, y ante el ave en posición de oración, hay un niño ángel a mi derecha, más definido y grande, pues claramente veo sus alas abiertas y sus brazos extendidos corriendo hacia ella, feliz como un cervatillo sobre la pradera.

A mi izquierda, un ave que sale de aquel jardín maravilloso, está volando mucho más alto, con sus alas de cristal muy abiertas. Primero creí que era una gaviota, pero al ver su pico, detallo a una golondrina muy niña, con una mancha negra en su cabeza, que se dirige hacia su propio norte.

Arriba, a mi izquierda, manchas negras que presagian tormentas, pero se alejan cada vez más, como pretendiendo dejar sólo amarillos y blancos, entre el oro fundido de sus maravillas.

Un inmenso árbol oscuro, una imagen de un ocaso cualquiera trata de ocultar su mirada, pero ahí está mi Pintor detallando su obra, viendo nuestros propios ojos asombrados de tan magníficas pinturas hechas con maestría de Dios, que se ensaña en regalarnos cada segundo una de sus mágicas creaciones, para que amemos lo que nos ha regalado, el planeta, y con él la vida de todos los seres que nos acompañan un rato por aquí.

Parece la mirada de un águila bajo la sombra de una enorme ceja de hombre, pero tan mansa como la de un cordero, pide a gritos que lo dejen pastar bajo el inmenso árbol de la vida, pues su destino no depende de nosotros, que nada somos, sino que pertenecemos a su creación divina.

Extrañamente, antes de terminar, observo de nuevo su obra y entre unas nubes blancas, con tonos casi celestes, detallo la mirada de una mujer y sus ojos claros como diciendo: “Aquí estoy sobre la cumbre de todo, donde también llegarás algún día, si haces el bien a los demás, como lo pide nuestro Rey”.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 9/13


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