NAVEGANDO
[47]
Dejaré
que se hunda la barca
o
que cruce hacia su destino.
Me
quedaré viendo el brillo de las olas pequeñas
que
con la brisa van y vienen.
Alguien
me dijo: “mira hacia donde los relojes”,
allí
los sabios marcaron escapularios a María
y
Dios es la primera letra del alfabeto.
Entonces,
con gran alegría divisé un bigote,
me
enternecí con tus ojos negros,
pero
distantes de mi corazón vieron hacia otro lado,
para
quedarme sobre la roca,
vencida y doliente.
Si
no ves hacia ese muro
divisa
hacia donde crecen cascadas,
bajan
sobre la cuesta,
muestran
sus inmensas faldas blancas
entre
espumas que van con la brisa
también
van sus brillos,
que
estremecen a las más hermosas flores aladas.
¡Creo
que sí!… dejaré que se hunda mi barca,
permitiré
a mis ojos divisar otro cielo más azul
donde
la morenita pintada en un lago, parezca de tul.
De
rodillas tal vez, o con mis pies desnudos,
dejaré
que los anillos de plata besen mis dedos;
tomaré
pequeñas golondrinas que anidan en las rocas
y
las dejaré volar con mis dulces sueños.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 19/13
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