GORRIONES
[34]
Se
acercan las lluvias y los gorriones.
No
he de estar triste, no hay soledad,
he
reído mucho hasta llorar
y me
acompañan mis niños, desde su alar.
En
su gracioso canto me embelesaba,
un
poco de oro sobre el tablado,
la
máquina, el maíz convierte en vida
y
ellos felices por ahí, saltando en la cocina.
De
aquéllos días llenos de gloria
donde
un pedazo de arepa y agua de panela,
donde
un caldo de cebollas,
unas
manos... unos ojos...
crearon
de los sueños,
más
de una victoria.
Y
al sonar de campanas de la vieja iglesia
se
elevan de nuevo las oraciones,
¡corre
mi vieja por su rosario,
y
saltan los niños de los rincones!
Y
el gorrión de ocres y brillantes alas
deja
un suspiro sobre las ramas,
se
aleja manso y tranquilo
para
anidar escondido entre los pinos,
donde
tantas veces, picos hambrientos,
parecían
matizadas flores de clavellina.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 22/13
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