EN
MI LAGO [33]
En
mi pequeño lago
la
pradera despierta con el canto del grillo,
los
toches de agua, las gallinitas de patas largas,
los
búhos de la noche que gimen o cantan.
¡Aquí todo es tan bello!
No
tiene motivo el corazón de quebrarse,
ni
tienen mis ojos otra razón, que admirarles.
Sus
acolchados de seda,
sus
ojitos como lunas llenas,
sus
carreras y afanes por tesoros mínimos
que
saltan por su vida con ganas.
En
mi lago todo es hermoso,
hasta
los caimanes que esperan sigilosos mi nado,
hasta
la brisa que mueve los cañaduzales,
hasta
un leve suspiro que pasa por mi lado.
Y
navego... los llamo, los beso, los acaricio,
les
entrego todo lo que tengo sin pedir nada,
y
al cerrar los ojos, me ausento con ellos.
Un
temblor pequeño, de vidas que claman,
de
voces de ángeles que inspiran el alma,
y
navego, sí... navego en mi muerte pequeña,
en
una laguna donde nacen lotos perfumados,
y
ellos me siguen, con sus andares pausados.
Mientras
la marea continúe tranquila,
estarán
a mi lado…
Raquel
Rueda Bohórquez
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