AGRIDULCES (9)
Sobre
la mesa el vino,
las
miradas altivas y lejanas;
prostitutas
que van y vienen
como
luciérnagas que encandilan
bajo
cochinas sábanas.
Mi
jarrón estaba lleno,
mi
rosa ardiente en espera;
pasaron
mis años buenos
viendo
hacia la pared,
mientras
tus nalgas volteabas
haciéndote
el que roncabas.
Licor
agridulce,
amigos
de barriada/era lo que amabas
y
para mí, ¡nada!...
Sólo
limón sin azúcar
eso
fue lo vivido.
No
comparto mis ganas
con
hombre que sea bandido.
Y
entre lo que ha quedado, /mi estima
el
honor de la rosa presente
vale
más que mil calientes,
que
te aguardan en la esquina.
No
vacíes la billetera,
cuida
tus cansadas rodillas;
cúrate
de males ajenos,
son
la paga que ha quedado
por
viles traiciones seguidas,
que
por mi amor has pagado.
Cierro
la puerta de nuevo.
¡Qué
delicia mis perfumes!
El
vino añejo se sirve
en
copa más fina.
Échale
el ojo a la inquilina
que
tiene buenos pezones,
y
te ajustas los calzones
para
que des buena lidia,
porque
entre tanta codicia
de
mujeres de salón,
nada
te queda ahora
pues
te creíste bribón.
Siglo
XXl,
¡gran
prosperidad!
Dulces
años pudieron ser,
pero
los quisiste vivir
como
un niño viejo,
buscando
solo placer.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 26/13
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