ZAPATOCA QUE
SE RESPETE (63)
Bueno tocó. A mi padre le disgustaba que yo dijera que él no era "palo
blanco", sino que veníamos de los "pepihiguirillo", pero me
enteré por mi tía Tulia, que descendemos también de los "ranas" o
"ruanos"; si él estuviera aquí, imagino
que estaría atacado de risa, pues nadie niega las pecas, que también se pasan
de generación en generación, ni tantas cabelleras rojas ni ojos azules y
verdes.
En Zapatoca por haber tantos apellidos repetidos,
cruces entre familias, aunque imagino que eso ha cambiado ahora; para poder
distinguir a una familia Rueda, de otra, se inventaron los apodos, y mi pueblo
hermoso se distingue de todos los pueblos de Colombia por ésta pequeña y
graciosa frase: "Zapatoca que se respete, lleva con cariño un
remoquete", y nadie se disgusta por esto, pues es parte de nuestra
cultura.
Hay unos apodos tan graciosos, pero nadie
distinguiría una familia sino es por ellos.
Tenemos fama de tacaños, una fama que poco veo en
mis paisanos, ya que somos personas generosas, sólo que nos gusta ahorrar, no
todo es para vanidades, pensamos en el futuro, pero en este futuro se quedaron
los ahorros de muchos de mis paisanos, en una historia dolorosa donde alguien
decidió hurtar su dinero y volar con los sueños de tantos seres humanos
bondadosos. Esos pesitos para la vejez, con toda una vida de sacrificios y
sudores, a muchas personas que confiaron en una empresa, en un ser engañoso, en un banco; esas tristezas
llevaron a la tumba a muchos de ellos, en un relato de vergüenza y dolor, y
todos saben a lo que me refiero.
Los centavitos siempre se apartaban, porque
metódicos en sus gastos, honestos y francos, de palabra y rodillas dobladas,
eso es lo que viví en Zapatoca, gente trabajadora, fiel y sencilla, lo negativo
es tan poco que no vale la pena decirlo, con un ancianato que me atrevo a decir
que es de los mejores del mundo, /y no se me llena la boca, es la realidad, un
parque donde los abuelos reciben amor en abundancia y que se sostiene gracias a
la generosidad de miles de paisanos ricos y pobres que están regados por el
mundo, demostrando que de tacaños no tenemos nada.
Nacer en Zapatoca fue lo más hermoso que me pudo
pasar, y mis raíces vienen de mi Cacique Guanentá, los Guanes, una historia
hermosa que nunca me cansaré de repetir.
Los historiadores de mi pueblo nos tienen bellos
documentales que vale la pena ver, amañados con café caliente, con guarapo de
caña, hormigas culonas, solteras de donde la mona, dulces, frutas, y rostros de
campesinos humildes que se roban el corazón de quien visite mi tierra.
Se sabe de hombres que buscan esposas, mujeres
leales y fieles, y en sus mentes está pasar por "Zapatoca", por si
alguna dama soltera de allá acepta sus amores, será ganancia anticipada,
pues son mujeres de calidad superior, como nuestro café y esmeraldas.
Hoy amanecí recordando campanas para ir a misa, de
a poco olvidamos las costumbres, pero le diría a mi padre: "de que somos
ranas y pepiguirillos, nadie lo puede negar, desde que nací, a los Rueda de mi
padre, nos llaman Rueda Paloblanco, por la finca del abuelo que tenía éste
nombre, todos los apellidos en mi pueblo tienen remoquete y lo llevamos con
honor”.
No puede dejar de doler “La Cacica”, esa hermosa
finca que fue de mi padre y que por buscar otros horizontes decidió dejarla en
manos de mi padrino, es una pena que no quedó en la familia, y ahora dicen que
vale tanto, que sólo ganándome un baloto la podría comprar.
Allá se quedaron los
recuerdos más bellos de mi niñez, el caney, los colibríes, los huevos de guañúz,
los sinsontes y toches, las palomas, las corales, el cementerio de los
indígenas, los besos y abrazos de mis padres abuelos y tíos.
Tal vez cuando vaya me dejen entrar y pasear por ahí,
recordando un temblor terrible que abrió la tierra, y las manos de alguien que
me salvaron la vida, y ese árbol en mitad del patio, siempre lleno de flores
rosadas y perfumadas, ¡qué divino fue vivir esos momentos, y que duro es
recordarlos!, pero mi madre me contó que las manos que salvaron mi vida fueron las de mi querida madrina, ese día estaban de visita, eran recibidos como reyes.
Para hoy, un abrazo, el canario de mi vecino desde
muy temprano cantando, ¡pobre pajarito tan enjaulado, y yo aquí penando!
Y no es mentira lo que dice mi amigo Chepe, se me
acaba de quemar el agua, pues paso todo el día sentada en el computador, /será en la silla, el
resto de trabajo lo hacen las “santas ánimas benditas del purgatorio”.
Otra cosita, las Zapatoca de ahora no sé cómo sean,
lo cierto es que ya no somos tan juiciosas, pues el Internet nos abrió los
ojos…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla,
mayo 19/13
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