lunes, 20 de mayo de 2013

EL GALLO DE PEDRO (56)

El Gallo de Pedro con sus bebés y esposa.


EL GALLO DE PEDRO  (56)



Continuando con la historia del Gallo de Pedro; les diré que nunca había visto a mi hermano tan entusiasmado con animal alguno, estaba encariñado con sus aves, decidió que el patio de su nueva casa seria el hogar para ellos, quienes ya tenían una familia de 3 pollitos.

 Fallecieron dos, por causas desconocidas, y le quedaba uno solo, pero él compró nuevos que también fallecieron, quedando la pareja con un solo pollito, por lo cual decidió traer unas pollas hermosas y jóvenes, para que lo acompañaran, ya que la gallina no se dejaba pisar, pues sólo tenia ojos para su único bebé.

El gallo cantaba más dichoso que nunca, y mamá gallina inició postura una vez más, ya tenía varios huevos, pero alguien empezó a tomarlos para el desayuno.  Esto tenia enojado a Pedro.

El gallo se había calmado un poco, se entretenía con las doncellas, pero ahora debería tener alientos como el gallo fuerte y vigoroso que era, para sus nuevas crías.

Me contaba Pedro que a la hora de comer, sólo dejaba que la señora y el pollito comieran primero, después él, y cuando decidía cantar, era que podían las otras pollitas comer, de lo contrario se hacia respetar.

Las nuevas mascotas de Pedro lo tenían ilusionado, ya tendría nuevas historias para contar.

 Ayer me llevó a ver el ocaso y mientras tanto, me relataba muy feliz, cómo sus pollos se comportaban mejor que cualquier pareja de esposos, que no se despegaba de la gallina, protegiéndola de cualquier peligro. 

Había dejado de subir a la copa del árbol y se quedaba con ella, en donde decidiera estar con su niño, y las pollitas tenían un cuarto seguro donde cobijarse en la noche.

Pero hoy al llegar a ver como amanecieron sus animales, se encuentra con la sorpresa de la gallina con el pico lleno de espuma y la mirada perdida en el horizonte, tal vez llevándose la mirada de su pollito solitario, y su angustia final, de no verlo crecer al lado de su amado gallo.

Estaba deprimido, ¡no lo podía creer!,  llegó a la conclusión de que habían envenenado a la gallina. Esta situación lo llevó a preguntar a sus vecinos, un poco extrañado por el final que estaban teniendo sus pollos. Le dijeron que habían comprado veneno para ratas, y que tal vez algún grano cayó en el patio y la inocente gallina lo comió, creyendo que eran semillas.

Me dijo que no quiso mirarla, le había conmovido mucho, dio la orden de que la enterraran ahí mismo en el patio, con la sorpresa de que el gallo empezó a correr desesperado buscándola, hasta que inició a escarbar en el sitio donde  la habían enterrado y a llamarla, invitándola a comer, pues no comprendía la razón por la que su linda muñeca roja, ya no se arrodillaba ante sus amores, como antes.

Muy conmovido, Pedro decidió que mañana les organizaría un galpón bien seguro, condenando a la familia a una cárcel, por la indiferencia de unas personas, ante el maravilloso don de la vida, y el regalo de contemplarlas cada día, pues no las tenía ahí para ningún sancocho, eran sus mascotas.

El delito lo cometieron otros, pero los inocentes siempre serán condenados.

Ésta historia continuará…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 20/13

No hay comentarios:

Publicar un comentario