lunes, 20 de mayo de 2013

A MI CANARIO (57)

A MI CANARIO (57)

Sobre un tronco envejecido
una pequeña ave de verdes alas.

Los ocres de la vida desteñidos,
los negros, los azules, los dorados
rogando a la vida por un mañana. 

En un instante, 
un desprevenido canario /mi canario
una roca su corazón inflama.
Cae el niño desde las alturas
y el dolor de nuevo se convierte en frío.

Corre su verdugo por tan divina presa.
¡Estaba tibio aún!, su pequeño corazón palpitaba,
sus ojos de a poco perdían ese brillo
que con candidez lo hacía batir sus alas.

¡Ya no pude más!...
Era mi pequeña ave a quien dejé en libertad.
Rompí en llanto como tantas veces,
bajé mis propias alas y en un olvidado rincón
no sabía si orar o maldecir.

Ya no trina mi pequeña ave. 
Su cantar fue robado cualquier tarde.
Sin tino se lanzaban rocas a las hojas,
pero al suplicar por mi niño, nadie escuchó.
Sin pena, ni pesar, se hizo blanco
para sangrar al herirle, mi corazón.

El pistolero aprendió la lección.
No más dolor, ¡no más juego!...
La vida es un mágico regalo de Dios
que ninguna mano tomará.

Su marcha será cuando Él decida,
se irán las aves a surcar otros cielos
donde exista el amor de verdad.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 20/13





No hay comentarios:

Publicar un comentario