martes, 7 de mayo de 2013

CAMINO (145)

CAMINO (145)


Enredada en ti, montaña gris;
Tapices de madreselvas y colores.
Descanso en la rivera, para robar un sueño,
Convertirlo en certeza sobre tu pecho,
En esperanza entre tus labios.

Olvidé el alcatraz herido…
El ave despojada de sus alas halló una rama,
Se cobija mientras crecen de nuevo,
Y la sinfonía del azar llena de tibieza el alma.

Voló al cielo una cigarra, ¡después de tanto amar!
Y en el silencio de su desnudo traje, el alma ya no está,
Marchó como llegó, hacia un espacio finito
Donde las estrellas se antojan de brillos
Y se mezclan en el mar
Junto al sol.

Abro mis brazos para recibirte una vez más…
Ya no hay dolor, ni espinas, ni dagas sobre mi cuello;
No hay amenazas que me hagan correr en la oscuridad
Ni ojos que me desnuden en las noches… ni manos;
Ni labios que no puedan gritar pues los oprimen…

Diviso el camino en medio de una difusa luz
Y de a poco los violetas, los azules encendidos,
Los divinos rojos, los colores de la piel que se juntan
Y ya no sé más…mi montaña más elevada eres tú,
La brisa me dirige hacia tu sombra, mi sombra… la sombra…

La cumbre era mi paz interior, saber que eres tú la razón
Ese motivo que me hará sonreír de nuevo
Y alegrarme de las aves que regresan,
Sin entristecer jamás por las que marchan.

Camino… veo mis huellas,  
Me dejo llevar por mis alas.
El pensamiento conduce y le dejo ser,
Alguien quita los escombros y arranca las espinas
Para quedar extasiada en las flores
Cerrando los ojos ante su perfume
Olvidando las heridas del ayer.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 7/13 

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