martes, 7 de mayo de 2013

DESPERTARES (144)

DESPERTARES (144)

Tantas veces repitiendo lo mismo:

Marriadi, Cortázar, Chopin… éste, aquél

un gorrión, un mirlo, una cigarra…



La música, tan dadora de paz y consuelo,
y despierto a la vida una vez más.

Estaba muerta soñando que no abriría los ojos.
 Era tal mi cansancio, que me olvidé de mí,
de mis propias alas, 
por pensar en las de otros.

Abrí los ojos y encontré de nuevo mi gran árbol
sus enormes ramas parecían gaviotas 
donde la vida se crecía.

Sus gajos llenos de flores 
donde el amor se fundaba;
su talle tan fuerte parecía el tuyo, 
y allí  me enredé.

Una vez más regresa el fuego, la ilusión.
El corazón decide seguir trabajando, 
y un campanario se antoja.

Un reloj continúa marcando sus pasos, y yo,
¡oh amor mío!, pensando en ti una vez más.

Aparece en el viento una roja flor 
habita un inmenso nevado, 
sus pálidas escarchas me conmueven
la gota de rocío copia el cielo, el verdor…

Ya no siento la tristeza y rabia de ayer.
Se esfumaron las cenizas en el viento
para transformar mi día en música… 
Llena mi espacio, 
y me hace danzar 
bajo la lluvia de los sueños.

Cierro los ojos, 
me adormezco sobre tu pecho…
Mi motivo está en mi pensamiento 
y saber que eres cierto
en cualquier jardín, 
donde el topacio de tus ojos sea mío,
y la tibieza de tus labios 
no ahonde mis heridas.

Alguna razón tiene el bosque 
para que me sienta tan amada.
Alguna razón, su dorado color 
para que me reanime.

Y el frío, el que cala en mi alma, 
desaparece al despertar 
y voltear el rostro de nuevo hacia ti.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 7/13

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