A MI PRINCESA [14]
Caminando por ahí, te encontré.
Eras la más hermosa entre las
flores.
Pequeña y dulce entre mis
amores
Que en un jarrón de cristal guardé.
Siguen pasando los días…
Camino cual león enjaulado.
Siendo un canario prisionero
trino
Y me aparto de la pesadez del
mundo.
Ya no soy de aquí ni de allá…
En una pequeña herida de la
roca me sostengo,
Y un poco de rocío que baja
por la ventana
Siempre será ese amor, que por
ti siento.
Nada será como antes… ¡nunca!…
Desde que mi hermosa flor marchó,
Sus pétalos quedaron en mi
estancia.
A veces huelo su perfume, su
esencia
Que vaya silenciosa por mi casa.
¡No te escondas princesa!...
cada vez te busco más.
¡Qué alejado está el mundo de
la verdad!
En medio de mi espanto y
sorpresa, huyo,
Para acercarme a un cristal vacío
Que me canso de regar.
Y a veces, si quiero
dormir,
Vienen las febriles noches de llagas
dolorosas,
Los sonidos de buitres que
devoran tu carne,
Entonces grito, para
enmudecer en un instante
Al oler de nuevo tu fragancia…
¿Qué sombra mágica eres reina
mía?
¿Qué sutil aliento de vida me
regalas?
A veces, el
descontento me toma, te reclamo:
¿Por qué te has ido si también quería ir contigo,
Si también tengo llagadas las
manos y el pecho,
Y temo doblar las rodillas
para herirlos?
Creo que estoy muda… mi
propia sombra me asusta.
Temo abrir la boca para saber
que no estás.
¿A quién le contaré de mis
quimeras y sueños?
¿A una lápida donde descansa un ave solitaria?
¡Es una garza blanca que tiene
quebradas sus alas!
Veo tu retrato en la pared,
para quedarme contigo en tu mirada
Y retornar al valle de tus ojos, y vivir, ¡sí!, vivir muy lejos;
Donde la cruel vida no me
alcance.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 29/13
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