ROSAS
BLANCAS [90]
Estaba
con esa sensación de palidez que a ratos me toma, pero mi hija dice que es
culpa del Internet, reviso los poemas en los que trabajamos, deseo quede
perfecto, pero no pude continuar, empiezo a sentir hambre, esa es la sensación,
un hambre atrasada, como si faltara una parte de mí, con esa angustia de todos
los días y de cada segundo, y en un instante ya no estaba aquí.
Era
otra casa, una enorme casa de campo, recuerdo que todo estaba empedrado como si
viviera en ese sitio con mi familia, pero no estábamos todos, recuerdo a
Socorro y a Pablo, el resto de gente no sé quiénes eran.
Y
la veo a ella por ahí como siempre, caminando, riendo, hablando cosas bellas,
enseguida me levanto y la abrazo, ¡me siento tan feliz de tenerla!, de sentir su
tibieza, de estar de nuevo entre sus brazos que empecé a reír y a conversar de
cosas que no recuerdo, pero otras se quedaron en mi pensamiento.
¿De
dónde vienes madre? –le pregunté-
-Estaba
por ahí buscando flores, y mira la que te traje, vamos a sembrarla.
Fuimos
todos y ella se arrodilló con una begonia, ahora recuerdo que era esa flor de
las que ella tanto cultivó, parecían grandes campanas de hojas gruesas y
era feliz cuando veía sus brotes, estaba marchita y Socorro le dice:
¿Mami, para qué va a sembrar esa flor marchita ahí? , no luce con el
jardín, y ella, así como siempre, pero ésta vez un poco enojada le
responde: ¡Déjeme sembrarla, todas las flores son hermosas en el jardín, cada
una de ellas tiene la misión de adornar y hacernos sonreír, ninguna es más
bella que otra por más pequeña e insignificante que parezca!
Mi
hermana no respondió nada, ella continuó ahí en ese pequeño jardín donde solo veía
tierra revuelta y de pronto dice feliz: ¡Miren!... ¡Un ramo de rosas blancas!,
¡qué hermosas son!...
En
ésta parte del sueño empecé a llorar mucho, me pregunté si estaba soñando o era
verdad, pues sus palabras habían sido escuchadas en otro sitio. Ella me dijo
que deseaba cuando muriera que la vistiéramos de blanco, y que en sus manos
llevara un crucifijo, un rosario y muchas rosas blancas.
Miré
a mi hermano, nos abrazamos y empezamos a llorar …
Estoy
despierta, pero sentí que mi madre estuvo conmigo, me abrazó y hablamos, su
tibieza está aquí, siento que ella puede venir cuando desee y me puede
consolar.
Es triste despertar con mi realidad de nuevo y saber que sólo la veré en sueños.
Es triste despertar con mi realidad de nuevo y saber que sólo la veré en sueños.
No
hay olor a rosas… sólo su esencia de ángel brilla por aquí.
Casualmente
el día de su muerte mi primo Jairo llegó con un ramo de rosas, a visitarla, él
siempre le había llevado muchas flores de todos los colores, pero ese día, no
comprendo la razón, escogió blancas, y esas eran las que ella me pidió que le
colocáramos, no lo olvidé.
Todas
las rosas blancas se fueron con ella.
Se
veía linda, parecía una doncella rejuvenecida, su piel era la de una
niña, fresca y lozana.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 1/13
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