miércoles, 17 de abril de 2013

SOÑAR [91]


SOÑAR [91]

Cielo mío, 
pedazo de cariño de otra;
embrujo negro que me roba el corazón:
deja una nota de tu pluma, sólo una
para saber que estás 
y no has marchado.

Dulce amor, que de la tarde mis quebrantos,
¿en dónde estás, que no reparas en mi llanto?

Si te contara que a ella vi ésta tarde,
se abrazó conmigo, 
sembró una flor en mi jardín
y nos dijimos lo tanto que nos amamos.

Pero desperté otra vez...
Mis delirios me están volviendo loca,
no estaba aquí ni allí.
De nuevo estoy sola en mi sillón
con tantas palabras en la boca.

No respondas, no digas nada...
Alguna vez un poema nos confesamos,
al hablar con los ojos nos sentimos solas
y al tomarnos de las manos, 
nos separamos.

Linda soledad me acompaña,
es bello saber que no tengo a nadie,
nada vuela por mi casa... nada pasa...

Todo se fue y pronto marcharé del nido
sin ver tus ojos negros de azabache
que a veces me desvelan, 
y otras, cierro los ojos para divagar lejos
tan lejos de mi propio yo, 
que voy contigo.

Y en éste blanco aposento,
en éste cuadro de blancas amapolas
la vida como un sepulcro se presenta,
nos muestra la radiante luna de un momento,
y al segundo, sólo lluvia tempranera al paso de un alma sola;
de la novia blanquecina que al sol siempre espera.

Escucha amor mío, pero no digas nada,
no es necesaria una respuesta.
Vano es pensar que ella regresa, 
inútil es llorar y reír.

Pero al despertar 
no sabemos si estamos aquí
o vamos a otro sitio si dormimos,
o si la muerte es un despertar lejano
en otro hogar, en otro jardín 
al cual pertenecemos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 16/13

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