MI VELERO [82]
Al paso de las nubes un grito llega
y se estrella sobre la cumbre.
Una bandada de gaviotas se aleja
dejando un recado
donde el dolor fue alegría.
donde el dolor fue alegría.
Notas frescas aparecen
musitando desde los vientres,
y se elevan con la luz de un nuevo día.
Cascadas
rebosantes de dulzura
recorren
los caminos…
Su
bullicio es la vida,
es
el cantar de golondrinas
que con sus almas de cristal besan el cielo.
La
vida renace después de la muerte
y
envidio su viaje vestidas de novia
simples
y sencillas ,
adornadas
de blancos velos.
Corre
aprisa mi velero,
no
sé a dónde me llevarán mis afanes
y
ese camino queda atrás,
dejando
una huella que se borrará
con
tan solo el paso de la brisa,
...ese cantar del viento…
...ese cantar del viento…
Esa
melodía de palmeras
que
dejan los suspiros del mar
que huyen entre las olas perseguidas
por un destino incierto,
para
morir en las playas
y renacer de nuevo.
y renacer de nuevo.
Son niñas juguetonas tras de la nada
una
y otra vez, siempre cantando,
siempre
felices de existir.
El
llanto de las olas
me conmueve una vez más…
me conmueve una vez más…
Viven agitadas, siempre aprisa,
para
llegar todas al fondo del mar.
Danza
el tiempo con destellos de colores.
En
el ocaso impasible veo al destino.
Violetas
encendidas son tus ojos dorados
siempre dorados en mi camino.
Sin
buscar el oasis de tu orilla
me
acercas a él cada día
con mis propias prisas.
con mis propias prisas.
Me
arrodillo y silencio.
Luego de ahora
veo
pasar de nuevo a mis luceros
que
como brillantes ojos de tigre
esperan… aguardan mi paso,
cerca
de un manso arroyuelo…
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 17/13
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