sábado, 6 de abril de 2013

BENDITA CEBOLLA [128]

Atardecer, Sonia Rueda B. Colombia.

BENDITA CEBOLLA [128]

Bendita luna de Miguel,
el poeta que la vio prendida del cielo
y que apaciguó el hambre de los pobres,
en ese mañana que se convierte en hoy
cada segundo.

Bendita sal y luna que se juntaron
para llenar tripas vacías
 y poner corazones contentos
llenos de amor y oraciones aprendidas,
bajo el abrazo mañanero del sinsonte cantor.

¡Bendita sal de la vida!
Sin ella hubiese sido imposible aprender
que el salobre dolor fue alegría y sazón
donde a ratos, pocas veces,
sentimos hambre de amor,
como en aquéllos tiempos;
esos viejos tiempos que se tallaron a fuerza de llorar
y se convirtieron en obras grandes.

Bendita arepa donde el amarillo fue oro,
manos que bendijeron y amasaron con cariño,
volvieron tibias las mañanas
y dulces los atardeceres,
para soñar con días de lluvia fresca,
cultivos amañados al sol
y bordados en madreselvas.

Benditos gorriones que llenaron de dulzura el hogar
y con los mendrugos se contentaron…
Cuántos, ¡qué dolor!,
de sus manjares forman basureros
y de sus vanidades olvido…

Bendita cebolla que se agrandó para ser fuerza,
para ser energía y llenar las mentes de estrellas,
con ese algo que llevan por dentro
que a ratos nos vuelve sabios arañadores
en medio de tristezas,
y otras cuantas, poetas llorones,
robándole versos al recuerdo.

¡Bendita madre!... ¡bendita!...
Sus 17 gorriones volaron, y ella se quedó sola,
viajó temprano hacia la torta de oro soñada
y se quedó por siempre volando
hacia el ocaso diseñado para las águilas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 6/13



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