A
MARÍA [75]
Reina de corazones,
fuego interno que no se apaga;
alborada donde los gorriones anidan
y las garzas llegan a dejar sus amores.
En tu jardín hablan las flores,
el dolor se queda
para convertirse en sinfonía.
para convertirse en sinfonía.
A ti que ni un verso,
ni
un poema,
pues todo lo eres,
pues todo lo eres,
madre amorosa,
reina
consentida.
De mis ojos tal vez una lágrima
donde sales de vida
nos convierte en lloronas.
nos convierte en lloronas.
De las perlas de tus ojos
que el mar adora,
que el mar adora,
un rosario declamaré
cada vez que pueda.
cada vez que pueda.
Y con la fe que me anima a continuar,
dejo mis cargas en tus manos,
toma mi dolor y desespero
y
llévalos a volar.
Que se queden las rosas encendidas
y habite en mi corazón
la
paz de las palomas.
Ante
tu amor
ser
lámpara
que no se apague,
que no se apague,
con el anhelo de morir sin llorar
cantando por el sol
sobre tus pies.
sobre tus pies.
Ahí los brillos se quedan por siempre
volando plumas de colores,
mecidas
por la brisa.
A ti mi orquídea,
posada
con la humildad de las reinas
que sin corona habitan y suspiran,
tienen su luna llena
parecida a un globo vivo,
parecida a un globo vivo,
en donde nacen
y mueren los poetas.
y mueren los poetas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 18/13
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