MIS
FLORES [80]
Creí que todas estarían conmigo
pero faltan muchas,
las que no recogí, las violetas pequeñas,
las rojas de tu ventana,
las
mínimas sobre el pastizal,
y ante todo, faltaron las tuyas.
Aquí no hay sendas, todo lo son,
no hay caminos, este es el camino,
no hay vacío, todo está lleno,
estoy desnuda y a nadie le importa,
duermo tranquila y nadie manosea el interior
ni hurga dentro de mi corazón.
Tengo mis flores conmigo, ¡al fin!…
Los azahares que me robó la tarde,
las orquídeas de mi pueblo,
las begonias violetas de mi madre;
los novios en todos los colores de Miriam,
pero faltan, ¿te ha dejado el avión de la tarde?
ha de ser eso, las esperaré…
Mi jardín tan inmenso, ¡tan bello!
Son todos sus ojos viéndome sin verlos,
todas sus bocas besando, sin sentirlas,
pero la esencia del ausente,
esa
exquisita mirada oscura, penetrante,
la sonrisa que toma una copa de vino
y
la deja a medias para levantarse,
y
entregar mis flores a otra,
esa
ausencia es una espina de cardo en los dedos
que
se queda bordando tristezas en el alma.
Temo abrir los ojos, la oscura celda se cierra
pero abre la luz de una lámpara azul
con un destello de luces de colores,
y descubro que ya no me importan tus flores,
aquí las tengo todas, y los pétalos tienen voz
que tomo entre mis labios.
Prendida
de su néctar
vuelo
con mis coloridas alas
olvidada
de mi ayer,
y
de aquélla blanca flor
que
jamás fue…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 4/13
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