jueves, 3 de enero de 2013

SILENCIO [97]

SILENCIO [97]

No importa si no te escucha,
el sonido de la primavera me conmueve
el cantar de las aves enaltece mi corazón.

No se muda una roca,


ni la fuerza que hay en ella
para decir por siempre que “te amo”
que eres el dulce panal sin probar,
el exquisito vino añejo que tanto quiero.

Desnúdate, tal vez entre los dos encontremos el paraíso
aunque pareciera perdido y lejano…
Detalla mis ojos y yo los tuyos
y en un beso reencontraremos el fuego perdido
en medio de cálidas caricias
el madrigal pendiente.

No digas nada y toma lo que te ofrezco.
Mi cofre está lleno de bondades para ti,
un tesoro infinito de posibles garantías
un manso arroyo que se desborda en fuego
como el volcán que parece apagado,
pero enciende una caricia al roce de tus manos.

Calla… no digas nada…
El tiempo que se fue no regresará.
He de mirar hacia los cerros, hacia la cumbre.
Allá está aquello que tanto buscaba,
un fuego que arde, que hace crecer.
Una caricia en palabras y en ardor
que sólo morirá cuando se apague una lámpara
y el aceite de mi corazón deje de brotar.

Dime dentro de mi boca que también me quieres
que hablen tus manos, pero no pronuncies palabras.
Escucha un tango o una melodía de Cortázar
y musita suavemente… te amo… te amo…
Shhhhh…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 3/13

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