EN
LA CIMA [6]
Amado
mío:
Aquí
estoy una vez más,
sobre
la cima espero.
El
cielo está más azul que ayer
mis
ojos más brillantes,
la
piel ansía el olor de la tuya,
parece
mi corazón
una
ola sobre la roca.
¿Deseas
lo mismo que yo?
Son
nubosos los colores encendidos,
el
rojo fuego, el violeta…
Suspira
el mar y creo que eres tú,
escucho
las rocas bajar de las montañas,
me
sonrojo al imaginar,
vienes
hacia mí.
El
sol tiene un encanto mágico,
todo
me parece hermoso si estás,
el
color de la vida parece un iris,
el
canto de las aves la voz de Dios.
Levanto
la mirada hacia la cumbre y te busco.
Inquietud
me invita a tus brazos morenos,
a
ese mirar profundo que conoce mis deseos,
sin
creer en más,
desboco
hacia ti mi corazón.
¡Espérame
cielo mío!... ¡aprisa corro por la montaña!
Es
allá donde sé que estarás,
en
el lago, donde la quietud será nuestro cómplice
y
el canto de las cigarras nos hablará de una entrega,
tan
sublime, que dejará su nido vacío,
para
donar su vida
por
los retoños que lo seguirán.
El
relinchido me habla de tu gran amor…
Hueles
mis perfumes, y la pasión me vuelve ciega,
te
veo ahí, a mi lado, parece un imposible,
miles
de voces a mi corazón llegan.
Él
sabe escuchar, mi alma vuela hacia la suya
como
una pequeña gaviota asustada.
De
nuevo, hacia la cumbre deseada invitas.
No
puedo voltear atrás, son tus ancas,
tus
ojos como diáfanas estrellas…
Es
tu dulce boca, eres mi todo, mi anhelo.
Voy
aprisa hacia tus brazos, me pierdo en tu horizonte.
¡Hago
mío tu cielo y tus estrellas!
Cierro
los ojos ante la dulzura que has depositado en mí,
la
luna se ha confundido y es mi alcahuete,
agradezco
por la maravilla de su gracia,
mientras
crece en mi vientre un diamante negro.
Pequeños
saltos me dicen,
que
eres esa plenitud en mí.
La
sangre, como río revuelto,
se
anuda en mi corazón,
y
descubro que es el tuyo.
Los
veo correr apresurados,
se
maravillan de todo,
soy
feliz al verlos…
¡Qué
grande es saber que estás aquí!
Los
verás crecer, sin importar las espinas,
cansados
pasaremos nuestro tiempo
viendo
una sombra parecida a la nuestra
que
se agita en mar azul,
y se desbocan apresurados,
buscando
el filo de la montaña.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 30/13
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