martes, 29 de enero de 2013

EN LA CIMA [6]

EN LA CIMA [6]

Amado mío:
Aquí estoy una vez más,
sobre la cima espero.
El cielo está más azul que ayer
mis ojos más brillantes,
la piel ansía el olor de la tuya,
parece mi corazón
una ola sobre la roca.

¿Deseas lo mismo que yo?
Son nubosos los colores encendidos,
el rojo fuego, el violeta…
Suspira el mar y creo que eres tú,
escucho las rocas bajar de las montañas,
me sonrojo al imaginar, 
vienes hacia mí.

El sol tiene un encanto mágico,
todo me parece hermoso si estás,
el color de la vida parece un iris,
el canto de las aves la  voz de Dios.

Levanto la mirada hacia la cumbre y te busco.
Inquietud me invita a tus brazos morenos,
a ese mirar profundo que conoce mis deseos,
sin creer en más, 
desboco hacia ti mi corazón.

¡Espérame cielo mío!... ¡aprisa corro por la montaña!
Es allá donde sé que estarás,
en el lago, donde la quietud será nuestro cómplice
y el canto de las cigarras nos hablará de una entrega,
tan sublime, que dejará su nido vacío,
para donar su vida
por los  retoños que lo seguirán.

El relinchido me habla de tu gran amor…
Hueles mis perfumes, y la pasión me vuelve ciega,
te veo ahí, a mi lado,  parece un imposible,
miles de voces a mi corazón llegan.

Él sabe escuchar,  mi alma vuela hacia la suya
como una pequeña gaviota asustada.

De nuevo, hacia la cumbre deseada invitas.
No puedo voltear atrás, son tus ancas,
tus ojos como diáfanas estrellas…

Es tu dulce boca, eres mi todo, mi anhelo.
Voy aprisa hacia tus brazos, me pierdo en tu horizonte.
¡Hago mío tu cielo y tus estrellas!

Cierro los ojos ante la dulzura que has depositado en mí,
la luna se ha confundido y es mi alcahuete,
agradezco por la maravilla de su gracia,
mientras crece en mi vientre un diamante negro.

Pequeños saltos me dicen,
que eres esa plenitud en mí.
La sangre, como río revuelto,
se anuda en mi  corazón,
y descubro que es el  tuyo.

Los veo correr apresurados,
se maravillan de todo,
soy feliz al verlos…

¡Qué grande es saber que estás aquí!
Los verás crecer, sin importar las espinas,
cansados pasaremos nuestro tiempo
viendo una sombra parecida a la nuestra
que se agita en mar azul,
y  se desbocan apresurados,
buscando el filo de la montaña.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, enero 30/13 



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